ENCUENTROS

Curro Díaz: “¿Que si los ricos van a dejar que me siente a su mesa?… ¿Y quién dice que yo no soy un rico?

I parte de la entrevista que mantuvieron José Luis Benlloch y Curro Díaz en Los Romerales
José Luis Benlloch
viernes 24 de febrero de 2017

GALERÍA FOTOGRÁFICA DE ARJONA, DEL TENTADERO DE CURRO EN FUENTE YMBRO

-¿Crees que los ricos van a dejar que te sientes a su mesa?

-¿Y quién dice que yo no soy un rico?… Ja, ja, ja.

-Yo sólo pregunto.

-En serio, en esta vida, cuando interesas te sientas y cuando no, te levantan. Lo que hace falta en esto es generar la necesidad de que te sientes a la mesa. Eso está por encima de que te inviten, si tienen necesidad de ti todo se aclara.

-¿Consideras fundamental entrar en los carteles de las figuras?

-Todo caerá por su peso. Ahora mismo no me planteo qué son carteles buenos o carteles de figuras ni qué son carteles malos. Mi ambición ahora es la de torear y torear cada día mejor. Pienso egoístamente en mí, en mejorar, en crecer para poder sentarme a la mesa sin necesitar invitación de nadie.

Es Curro Díaz, el de Linares, el de la Feria de Otoño. Con eso está dicho todo. Vive un invierno de ensueño. Con los vientos a favor, como le gusta decir. En lo personal y en lo profesional. Acaba de estrenar estado civil. Se reconoce enamorado. También feliz. Le han anunciado su próxima paternidad. Está puesto en las primeras ferias y ya hace tiempo que la agenda de su apoderado perdió la desesperante virginidad que le acompañó en tantos y tantos inviernos. Tiene fechas tachadas más allá de septiembre, más de treinta tardes ajustadas, me apuntan. ¡Se acabó el preocuparse por cuándo toreará! Hasta ha podido decir no a contratos por los que no hace tanto suspiraba. Asegurado el frente administrativo, ahora toca el artístico, el personal… en realidad no ha parado, ejercicio, tentaderos, atención a los medios, el teléfono que no cesa, el coche nuevo… Hasta es posible que reciba ofertas de negocios, se le acerquen nuevos amigos, aparezcan familiares que no conocía… son los vientos del éxito. En casos así siempre se tiene la tentación de poner una fecha, un parteaguas, hasta aquí y a partir de aquí, y yo tengo la curiosidad. ¿Qué día comenzó a cambiar tu vida?

-Realmente no lo sé. Sería en la primera tarde de Madrid, claro.

-Fue el día…

-No importa el día, se entenderá mejor si decimos que sucedió en el minuto noventa y tres de mi partido particular.

-Dicho queda.

-Luego vino la segunda tarde, la de Otoño, muy importante también, que lo puso todo en valor, lo que hice la primera tarde y lo que hice a lo largo de la temporada. Esa tarde fue decisiva.

“¿Que si los ricos van a dejar que me siente a su mesa?… ¿Y quién dice que yo no soy un rico?… Ja, ja, ja. En esta vida, cuando interesas te sientas y cuando no, te levantan. Lo que hace falta es generar la necesidad de que te sientes. Si tienen necesidad de ti todo se aclara”

-¿Qué recuerdos conservas de aquel minuto noventa y tres?

-Todos. Fui a la plaza totalmente relajado. Lo tenía todo tan complicado que no quise ni pensar. Salí a disfrutar, bueno, a torear porque disfrutar delante de un toro es muy complicado. Tenía ganas de torear, tenía ganas de volver a Madrid, estaba muy sereno pero no me imaginaba nunca lo que pasó. Uno siempre acude a una plaza como Madrid con la ilusión de salir en hombros, pero es tan difícil… Así que inconscientemente no lo pensaba, como si me dijese si tiene que venir vendrá, como si me diese miedo pensarlo.

-Sí serías consciente, entiendo, de lo que podía pasar si no pasaba nada.

-Claro. Sabía que se pondría todo muy complicado, que todo dejaría de tener sentido, que seguramente perdería la ilusión. Eso se sabe pero tampoco lo piensas, lo aparcas. Si lo piensas estás perdido. Yo no me planteé aquella tarde como si fuese la última. Conseguí lo que conseguí porque no salí atacado.

-En realidad, entiendo, nada que ver con las sensaciones previas a la tarde Otoño.

-Ese día era consciente de que lo tenía que ratificar todo. Tenía mucho que perder y me agobiaba mucho más que la primera. Había que remachar. O lo hacía o todo lo anterior pasaría a valer menos o nada.

-Para resolverlo, para asegurar ese tiro, te revestiste de valiente, que no es una mala solución, sobre todo visto lo que sucedió.

-No fue cosa de revestirme exactamente, no fue una novedad ni nada extraño en mí… A lo largo de mi vida ha habido ocasiones en las que es posible que me faltase ambición, pero valor no creo. Incluso te diría que tuve mucho en el tiempo que salía a la plaza con la lesión del pie. Para salir tan menguado de facultades como salía, hacía falta mucho valor. Ahora, con la fortaleza que tengo, no le doy tanta importancia, pero entonces…

-Lo puedes explicar como quieras, pero el Curro Díaz de la Feria de Otoño era otro, diría que un Curro reinventado.

-Otro no. Ese Curro era más auténtico, más yo que cualquier otra versión. Fue el Curro del toro de Cuadri en Madrid. Aquella temporada de 2004 fue muy buena, sorda pero muy buena. Entonces me clasificaban como torero artista y te tengo que decir que no me hacía mucha gracia porque me consideraba algo más que torero artista.

-Pues que te califiquen así no es malo, incluso tiene sus ventajillas.

-Es verdad y es muy importante, pero también es como que te limitan, como que te ponen un tope. Parece que te estén diciendo hasta ahí puedes llegar, el resto no es para ti. En el toreo hacen falta muchísimas más cosas que ser artista para alcanzar lo que yo quiero alcanzar. Yo quiero tener más recorrido que eso.

“No me hacía mucha gracia que me considerasen torero artista. Es importante pero también parece que te limitan, que te estén diciendo hasta ahí puedes llegar, el resto no es para ti y yo quiero tener más recorrido que eso”

Hablamos en el coche de vuelta a Sevilla. Hemos estado de tentadero en Fuente Ymbro, cuatro vacas y una jornada más para el disfrute. Ha habido exhibición técnica cuando las vacas pedían soluciones, empeño cuando la casta de los animales se rebelaba, mimo en los momentos de dominio… y finalmente la satisfacción de sentir que está en el punto de sazón que exige su nuevo estatus. Allí, con los cerros de las Dos Hermanas como testigos, Arjona le ha hecho un reportaje con los toros de Fallas al fondo. Toros ya hechos, cuajados y bonitos, no hay exageraciones y sí buenas sensaciones. Están cuidados con mimo. Tienen que embestir, te dices. No sabemos exactamente cuáles son los reseñados, pero Curro, por si acaso, ni los mira. Desde San José del Valle a Sevilla ha hablado sin cesar. Eran como reflexiones en voz alta. Me contó que todo obedece a un proceso. Que en los momentos difíciles se había dado cuenta de que lo que más le gustaba era torear y que en realidad no le costaba trabajo hacerlo. Lo dijo y se apresuró a advertirme “ponle comillas a eso del trabajo, esto no es trabajo ni es fácil”. Me dijo que puede pasar mucho miedo, pero que donde verdaderamente está a gusto es delante de un toro y que no iba a dejar que se le escapase este momento. Que sí tenía ambición, ambición por torear y que cuando llegó Madrid, en aquel minuto noventa y tres de su carrera, le pilló en ese estado. Cuando un tío te habla así apetece escucharle y le entiendes a la fuerza.

-Esa tarde de Otoño la corrida marcó el camino. Salió el toro, me pidió la documentación y yo se la di. Me puso a prueba y resolví. Sólo eso, no fui más valiente ni menos valiente que otras veces.

-La corrida tuvo su intríngulis. No fue lo que se espera cuando vas de figura o cuando eres pilar de una feria.

-Yo le tengo que agradecer que saliese como salió. Fue una corrida importantísima que me pilló en un momento personal y profesional muy bueno, con las ideas muy claras. Fue una suerte encontrarme con esa corrida en ese sitio y en ese momento. Así que, agradecido.

“El Curro Díaz chulito de la juventud no ha desaparecido. De vez en cuando sale. Eso no se doma. La raza está ahí, siempre a punto. En los momentos difíciles de mi carrera el carácter ese es el que me ha permitido no desfallecer”

PRESUMIDO SIN EXAGERACIONES

-¿Ha sido tu mejor año?

-El mejor no diría, el de más regularidad sí. El año anterior no fui a plazas importantes pero iba sintiendo que podía pasar algo. Luego hubo otros años, los del percance, que fueron muy importantes por lo que supusieron de resistencia y superación. El año del aparato lo pasé muy mal pero me hizo crecer mucho.

-Habrás notado desde la tarde de Otoño que se te ve con mejores ojos y que los mismos chistes ahora parecen mejores, que hay más amigos…

-Pero eso es normal. Y si es así, agradecido. Lo que sí noto es un cariño mayor. Que si algún momento podía sentir que había dudas sobre mi futuro, ahora han desaparecido o van despareciendo. Es como si se hubiese reafirmado todo. Yo lo agradezco. Entiendo tanto que en algún momento hubiese dudas como que ahora hayan desaparecido.

-¿Te ha cambiado el carácter?… se dice que el éxito cambia a las personas.

-Supongo.

-¿Cómo que supongo?

-Quiero decir que cuando vas apretado, cuando estás en los sinsabores, no tienes el mismo carácter que cuando las cosas van mejor. Yo no me lo noto, pero la gente que me rodea supongo que sí lo notará.

-¿Ha desaparecido el Curro Díaz chulito y echado para adelante de jovencillo?

-No. De vez en cuando sale. Eso sí, que quede claro, soy echado para adelante pero con buen fondo.

-Y ahora más domado.

-No. Eso no se doma. Ojalá pudiese domar eso, pero no se puede. La raza está ahí siempre a punto.

-¿Y te ha perjudicado o te ha beneficiado ser así?

-En ocasiones me ha perjudicado y en otras me ha ayudado. En los momentos difíciles de mi carrera el carácter ese es el que me ha permitido no desfallecer. No era de los de venirme abajo.

-Con ese carácter, en los momentos difíciles lo pasarías mal.

-No me acuerdo.

-Pues pensé que traerías alguna factura pendiente.

-No, no. No soy rencoroso. No traigo facturas. Además no creo que la vida se haya portado lo suficientemente mal conmigo como para guardar facturas.

-Ni a los empresarios.

-No, no, a ellos menos aún.

-Ni tampoco a los de los mínimos.

-No, nada, ahora lógicamente les cobraré algo más. Ja ja ja…

“No soy rencoroso, no traigo facturas. Tampoco a los empresarios. No creo que la vida se haya portado lo suficientemente mal conmigo como para guardar facturas”

-¿Dónde estarías si no hubieses sido torero?

-No sé qué derroteros hubiese cogido. Alguna vez lo he pensado pero no lo sé. Hubiese estudiado una carrera, llevaría una vida más tranquila, pero no sería mi vida. Sí te digo que no cambio ningún mal momento por nada, lo vivido, vivido está, ten en cuenta que en el toro he llegado a sitios y he conocido a gente que fuera del toro nunca hubiese conocido.

En un intento de seguir conociendo al personaje más allá de la plaza me reconoce que es religioso “pero no fanático”; me dice que no llega a la consideración de tacaño aunque “no soy gastador” y sí acepta tener un punto presumido con sus matices, “presumido sin exageraciones”, y me advierte que no tiene la necesidad de la apariencia, “tengo seguridad en mí, quizás por ese carácter chulito que dices, el caso es que no necesito gastar para llamar la atención”. Que no haya sido gastador no significa que no haya sido inversor de tal manera que lo que ha ido ganando lo ha ido invirtiendo y multiplicando en su Linares natal para y por si viniesen mal dadas. “Mi padre me enseñó a administrar bien, a no malgastar, a vivir bien pero siempre dentro de mis posibilidades”. Tiene su casa que, naturalmente, no es un capricho y se acaba de comprar un buen auto que, aunque es una herramienta de trabajo ahora que viene el torear con frecuencia, anda más cerca de lo que se entiende como capricho.

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