La revolera

¡Ay Matías…!

Paco Mora
lunes 27 de agosto de 2012

¡Ay Matías…!, que esto no es tuyo ni nuestro ni de aquel ni del otro; es de quienes pagan, y no barato, para ejercer uno de los actos más directos de democracia popular. La cual tú te pasaste por la entrepierna…

Bilbao es la novia de Morante, pero esta tarde El Juli le ha robado la novia al de La Puebla. Y no será porque el mozo no le ha rondado bien la calle a la doncella, pues el sevillano ha derramado torería a raudales, sobre todo en el primero que era un toro de lo más esaborío, al que ha logrado meter en cintura con un macheteo gracioso y eficaz que parecía sacado de las páginas de “La Lidia”, aquella publicación taurina de finales del siglo XIX, abuela dignísima de Aplausos y demás publicaciones actuales, guardando todas las distancias de tiempo y estilo. Y aliñado que fue le puso al guiso la gracia de Dios y el arte de María Santísima. Maldita espada que le privó de una oreja que ya había ganado con su singular expresión artística, entrega y -¿por qué no decirlo?- valor del bueno que es el que hace falta para torear bien y con arte. En su segundo, un marmolillo descastado y sin lo que hay que tener para ser un toro de Bilbao, lo intentó todo pero no podía saltar la chispa y no saltó.

El Juli poco pudo hacer con su primero, un engañapastor que salió pareciendo querer y luego ni quiso ni pudo, pero en su segundo se mostró como el lobo estepario en que se ha convertido desde que se le pusieron las cosas de los despachos de punta. Así se pelea con las circunstancias; en el ruedo y fajándose de verdad, porque además de torear bien a un toro que no se merecía tanto, se pegó un arrimón que asustó al miedo como si pretendiera dejarse los muslos y la barriga entre los pitones. Con la espada, un cañón en los dos toros. Y Matías que se hizo el “sonso” y se empeñó en arreglarlo con una sola oreja, cuando el pueblo soberano bramaba por las dos. ¡Ay Matías…!, que esto no es tuyo ni nuestro ni de aquel ni del otro; es de quienes pagan, y no barato, para ejercer uno de los actos más directos de democracia popular. La cual tú te pasaste por la entrepierna. Con la pitada tuviste tu premio. El pueblo no se equivoca nunca. Núñez del Cuvillo sí se equivocó llevando a Bilbao una corrida justita de presentación y sobre todo con menos gas que una gaseosa destapada. De casta, “rien de rein” que dicen los gabachos.

Talavante bailó con la más fea y solo pudo ofrecer a los bilbaínos retazos de su gran calidad como muletero, y su valor para pasárselos por la faja. En el sexto parecía que iba a conseguirlo pero al final el animalito se rajó y todo quedó en un pudo ser y no fue. Otro día será…

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