Pérez Mota se ha ganado el derecho a ser visto con otro material y Pinar ha demostrado que puede tener un sitio en el toreo, a poco que las empresas le presten la atención que merece.
Corrida seria y con mucha leña la de Samuel Flores, con la que los matadores debían estar muy decididos si querían salvar las complicaciones que algunos de ellos presentaron. Pérez Mota y Rubén Pinar aceptaron el evite en sus lotes, y demostraron que están en el buen camino. Antón Cortes se las vio con dos toros de contra estilo para su manera de interpretar el toreo, y saldó la tarde con más pena que gloria. A este torero hay que verlo con otra clase de toros. Rubén Pinar ha estado muy firme en sus dos morlacos, especialmente en el primero. El de Santiago de Mora (Tobarra), vio como el tercero de la tarde, blando y mansurrón, volvía a los corrales y era sustituido por un toro de Aurelio Hernando; un hermoso montón de carne que ofreció pocas opciones de lucimiento. Así y todo después de una voltereta y un acoso terrorífico en el suelo, le plantó cara al morlaco y se hizo aplaudir sacándole muletazos muy entonados y de buen trazo a base de valor y constancia. En su segundo, con un armamento terrorífico y manso de solemnidad, recorrió la plaza apretándole hasta sacarle muletazos sueltos de buena factura.
Pérez Mota es un torero prometedor que se ha mantenido toda la tarde muy sereno y haciendo bien las cosas, pese a las dificultades, abriéndose un margen de confianza con su digna actuación. Pérez Mota se ha ganado el derecho a ser visto con otro material y Pinar ha demostrado que puede tener un sitio en el toreo, a poco que las empresas le presten la atención que merece. Los tres han estado diligentes y acertados con los aceros. Tarde fría y desapacible, en la que una vez más el peor enemigo ha sido el viento.
