La revolera

Los “samueles” ya son historia

Paco Mora
miércoles 18 de septiembre de 2013

La corrida de Samuel Flores en la Feria de Albacete ha resultado un fiasco. Tres valientes; Javier Castaño, Rubén Pinar y Sergio Serrano se han jugado la vida con ella…

La corrida de Samuel Flores en la Feria de Albacete ha resultado un fiasco. Tres valientes; Javier Castaño, Rubén Pinar y Sergio Serrano se han jugado la vida con ella, pero lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Los seis tenían arboladura para dar y vender, pero eso sólo no conforma el trapío de un encaste. Feos de hechuras, todo se lo habían gastado en cabeza. Algunos de ellos carecían de cuartos traseros y todos entraron a los petos con la cabeza a la altura de la silla de montar de los picadores, y ya en el último tercio tuvieron más peligro que un mono con una cuchilla de afeitar. Siento en el alma tener que decirlo porque Samuel Flores es un caballero y un ganadero de estirpe, pero la verdad no se puede ni se debe ocultar: Los toros de su ganadería no sirven para el toreo actual. Si acaso para defenderse de ellos, y eso estando muy puestos y hábiles los toreros y a sabiendas de que no podrán expresar sus respectivas tauromaquias. La presencia de los “samueles” esparce tal olor a tragedia en la arena que uno espera ver aparecer en cualquier momento a Pedro Romero o Pepe-Illo. Y no hay posibilidad de que el toreo adquiera en ningún  momento categoría de arte. Los toros de Los Alarcones en la actualidad ayudan a comprender cómo debió ser la prehistoria del toreo, en la que las faenas de los toreros se reducían a cuatro mantazos por la cara sobre las piernas y meter la espada por donde se pudiera. Belmonte hace ya muchos años que trajo la quietud y el correrles la mano a los toros, y no es cosa de dar marcha atrás. Hoy los públicos esperan otra cosa.

El encaste de esa ganadería está agotado y de sabios es rectificar. Continuar con él tal como está no conduce a nada. Tratar de taparlos con excusas y trampantojos dialécticos tampoco. Sería un recurso de periodista poco honrado. Y rendir culto a la amistad es otra cosa que no se puede fundamentar en la mentira. 

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