La Revolera

Deliciosamente cursis

Paco Mora
lunes 24 de febrero de 2014

El comunicado resulta cursi, ridículo y contraproducente en la mayoría de las ocasiones, especialmente cuando lo manejan los toreros para justificar lo que solo tiene justificación en el ruedo y frente al toro.

Roberto Domínguez no ha necesitado ningún comunicado para explicar las razones por las que El Juli no ha formalizado sus contratos con Monterrey y otras plazas mexicanas. Lo ha hecho con claridad y sencillez, sin la prosopopeya de lenguaje y formato que para si quiera un Jefe de Estado, como lo hacen otros. A los que no les falta más que el “Nos” para resultar regios. Menudo canciller se ha perdido la casta política de este país, tan dada a sacarse cartas de la manga y a hablar sin decir ni pío. Si el bueno de Roberto hubiera tirado por ahí, los Floriano peperos y las Valenciano socialeras lo tendrían más crudo que un cogollo de Tudela.

¿Ven como no hay nada mejor que cuatro palabras bien dichas y a tiempo? Lo que ocurre es que la afición a expresarse por comunicados está creciendo como las setas  hasta amenazar con convertirse en una plaga. Una plaga de cursilería de tanto emplear un lenguaje melifluo, evasivo y engolado. Aquí ya hace comunicados todo el mundo y hasta toreros y empresarios explican por tal medio lo que no tiene explicación. Y es que el comunicado es ya ineluctablemente el vehículo que emplean para airear sus “cosicas” desde la Pantoja hasta la Belén Esteban, salvando todas las distancias. En favor de la Princesa del Pueblo claro, que al fin y al cabo ella fue novia de un torero y no de un gánster.

El comunicado resulta cursi, ridículo y contraproducente en la mayoría de las ocasiones, especialmente cuando lo manejan los toreros para justificar lo que solo tiene justificación en el ruedo y frente al toro. Pero la plaga les ha alcanzado y ya han comenzado en grupo o uno a uno. De crecer la moda, esperemos que no acaben mandándonos sus faenas a periódicos, revistas, radios y televisiones envasadas en el comunicado correspondiente. Y se me antoja que si algunos no lo están haciendo ya es porque a lo mejor tendrían que ir a cobrarlas al banco de Pedro el Lobo, como dicen en mi pueblo.

En busca de antecedentes a la plaga del comunicado, he recurrido a la carta de Domingo Ortega dirigida al mexicano Alberto Balderas, aceptando su desafío a contender con él en la México. Pero no hay color; aquello fue un rodillazo en la entrepierna al  manito  que osó poner en duda la categoría del de Borox. Una carta repleta de intención e ingenio. Los comunicados de ahora son otra cosa. Y digo yo, ¿y si nos pusiéramos de una vez por todas a decir las cosas en el ruedo, y si es posible sin hacerle ascos a ningún hierro?

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