Como suele decir mi paisano Manuel Caballero, “Sin casta no hay paraíso”. Y los de El Pilar, todo bondad y nobleza, adolecieron de esa vivacidad de embestida que da la raza...
Como suele decir mi paisano Manuel Caballero, “Sin casta no hay paraíso”. Y los de El Pilar, todo bondad y nobleza, adolecieron de esa vivacidad de embestida que da la raza sin la cual el toreo es como un huevo sin sal. Aparte de esa fundamental carencia, la corrida fue enormemente desigual. En esas condiciones ni Castella ni Manzanares pudieron cuajar su tarde. Castella estuvo a punto en su primero, pero el toro sufrió un traspié y hubo que levantarlo por el rabo. Y en Las Ventas, después de esa imagen en la que los banderilleros ofician de San Francisco de Asís, todo se desmorona y ya puedes jugar a las siete y media con el cornúpeta que no pasa nada. La espada del de Beziers es un cañón.
Manzanares bailó con la fea doble y a fe que intentó con énfasis escribir en el pentagrama del ruedo venteño la cadencia y armonía de su música torera, pero no hubo material para hacer la obra. Por si faltaba algo para que la tarde se le torciera, esa espada, que en sus manos habitualmente parece Excalibur, le falló más que una escopeta de caña. Eso sí, de ningún modo se mereció la bronca y la rechifla, con “Puumm¡¡Petardo!!” incluido, de un sector del público de Madrid que comienza a gritarle desde que acaba el paseíllo. Tienen que hacérselo mirar, porque de una inquina así es mejor curarse para prevenir el infarto.
Talavante escapó mejor, tuvo dos oponentes que se movieron un poquito más y él se entregó con su toreo personal e intransferible, de mano baja y velocidad cero, por lo que cosechó las mayores ovaciones de la tarde. Pero como practicó con ahínco –pero sin hincarla- el quinto mandamiento, la cosa no pasó a mayores. En fin, tarde anodina con buenos toreros, que no pudieron demostrarlo por culpa de ese tipo de toro descastado y justito de fuerzas que tanto les gusta a las figuras. En el pecado llevan la penitencia. Claro que como cobran igual, los duelos con pan son menos…