Ponce bordó el toreo, El Juli armó la revolución y Talavante puso la calidad. Con esos ingredientes, el guiso de la tercera de la feria de Cuenca no podía resultar más… Ponce bordó el toreo, El Juli armó la revolución y Talavante puso la calidad. Con esos ingredientes, el guiso de la tercera de la feria de Cuenca no podía resultar más que un placer de dioses para los buenos gourmets del toreo. La nota discordante de la tarde ha sido el empecinamiento del “usía” en negarle al de Chiva el doble trofeo en el segundo de su lote, pasándose por el arco del triunfo la petición absolutamente mayoritaria de un público que había calificado como sobresasaliente “cum laude” la magistral faena del actual señor del toreo.
El Juli que se enfrentó en primer lugar con un auténtico marrajo con más peligro que una víbora en un bidé, salió como un león en el quinto de la tarde, un toro de gran movilidad y bravura, con el que cuajó una faena emocionante y de alto voltaje revolucionario, que mantuvo al público en píe hasta que de un auténtico cañonazo lo tiró patas arriba. Un toro que queriéndoselo comer resultó un magnífico aliado para que El Juli explicara con capote, muleta y espada los porqués del lugar de privilegio que ocupa en el toreo. Al pupilo de Daniel Ruiz se le dio una clamorosa vuelta al ruedo, previamente a que el de Velilla de San Antonio paseara en olor de multitudes dos orejas que sabían a poco.
Talavante ha evolucionado grandemente en la línea de un toreo mucho más profundo y despacioso, tanto con el capote como con la muleta. La calidad parece ahora su meta y en sus dos toros lo ha demostrado con el beneplácito de un público que no ha dejado de ovacionarle durante las dos faenas a sus respectivos toros.
Muy buena corrida de Daniel Ruiz, con un toro extraordinario de bravura y clase, el quinto, y otros cuatro buenos y altamente toreables. También ha salido un garbanzo negro, el segundo, que no ha hecho más que revalorizar el extraordinario juego de sus cinco compañeros de pasto.
