La revolera

Otro encaste, otro estilo

Paco Mora
jueves 11 de septiembre de 2014

Los toreros deberían olvidarse de vez en cuando de la dulzura de la embestida de lo de Domecq –que ya es un encaste- y batirse el cobre con otro tipo de toro. La corrida de Alcurrucén fue un magnífico banco de pruebas para los tres jóvenes toreros que la lidiaron en la tercera de la Feria de Albacete. Serios, bien presentados y con un comportamiento variado, algunos como el negrito primero de la tarde, el segundo, colorado, careto y cornipaso, y el sexto también colorado y ojo de perdiz, fueron prototípicos del encaste Núñez. Son toros que van a más y hay que tener paciencia con ellos en la primera parte de la lidia, y si se sabe esperar suelen ofrecer posibilidades de triunfo a sus matadores. El primero y el segundo fueron los más encastados, pero un par más tuvieron ráfagas que bien aprovechadas -caso del sexto- podrían haber sido grandes colaboradores para el éxito.

En ocasiones los toreros parecen olvidar que con quince embestidas arrastrando el hocico por la arena se puede firmar una gran faena. Y al toro que regala esas embestidas no hay porque ponerse pesado con él, sino armar la espada y hundírsela en el hoyo de las agujas. Del Álamo ha perdido la ocasión de salir en volandas con dos orejas en las manos, porque ha tenido un toro de esas características y se ha empeñado en alargarle la faena. Abellán, en el primero de su lote, de clásica embestida Núñez, ya tenía un triunfo en la mano que ha perdido por el deficiente uso de la espada. Y algo similar le ha ocurrido a Luque, que ha dado su dimensión torera ante dos toros de los que ponen a un torero en valor. Solo dos “alcurrucenes” no han ofrecido posibilidades de éxito en la tercera de la Feria albaceteña. Pero quizás los toreros deberían olvidarse de vez en cuando de la dulzura de la embestida de lo de Domecq –que ya es un encaste- y batirse el cobre con otro tipo de toro.

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