Lleva un año bueno, caminando de examen en examen todos los días. No rehúye la responsabilidad de verse medido día tras día. De dar la cara y de lograr reafirmar su toreo y sus condiciones para salir adelante. “Estoy logrando desarrollar ese toreo que supe que llevaba dentro y no podía o no sabía expresar”, explica Paco Ureña. “Ahora soy yo, disfruto como nunca antes lo había hecho en la plaza, es una sensación de felicidad en la cara del toro que se traduce en un toreo cada vez más depurado. Los aficionados saben que aquí hay un torero en el que se puede creer”, subraya antes de poner en valor su realismo: “El lunar del año ha sido la espada en ocasiones porque mi toreo es mucho más redondo de lo que señalan las orejas que he cortado”.
En Murcia cortó dos orejas el pasado lunes y perdió otras dos por el acero. La tarde en La Condomina fue un reflejo diáfano de un torero que ya ha dejado huella en otras ferias durante la campaña: “Almería, Arles, Bilbao, Bayona, Santander o Salamanca me han visto a un buen nivel. Llevo sobre todo un mes de septiembre importante, me estoy viendo crecer muy rápido y la prueba fue la tarde de Murcia donde se proyectó lo que quiero hacer en la plaza cada día”.
Ahora llega Logroño. Palabras mayores, imborrables recuerdos para Paco Ureña que en la última edición de la feria matea impactó, cuajando una faena de gran precisión y capacidad. “En esa plaza arrancaron muchas cosas de lo que soy ahora”, revela el diestro. “Tengo mucha ilusión por volver a pisar ese ruedo. Es una mezcla de alegría y responsabilidad porque tengo que ratificar mi evolución como torero”, concluye.
