La Pincelada

El secreto son los pliegos

José Luis Benlloch
domingo 21 de septiembre de 2014

Un pliego que no se ajuste a la realidad socioeconómica del país o que se desentienda de la calidad de la programación son proyectiles apuntando directamente a la línea de flotación del toreo, enemigos incompatibles con el futuro de la Fiesta

Los concursos de concesión de las plazas de toros es una de las cuestiones fundamentales y urgentes a resolver para asegurar el futuro de la tauromaquia. Un pliego que no se ajuste a la realidad socioeconómica del país o que se desentienda de la calidad de la programación o concebido con mentalidad exclusivamente recaudatoria, unas condiciones abusivas o que resten libertad de programación a los empresarios, son proyectiles apuntando directamente a la línea de flotación del toreo, enemigos incompatibles con el futuro de la fiesta. Se le puede pedir sacrificios y renuncias a las figuras y hay que pedirlas en la medida que exijan más allá de lo que aportan; se puede reivindicar un mejor trato fiscal de las administraciones; incluso cabe sentarse a hablar de los costos de las plantillas, en este caso cuadrillas; hay que exigir trabajo e imaginación a los propios empresarios; no se puede pedir más a los ganaderos que están ya al borde de la ruina total… se pueden adoptar las medidas que ustedes planteen, que si no se ajustan los pliegos, si no son sensibles a la realidad del mercado y a la coyuntura social a la que han llevado entre unos y otros la tauromaquia, será difícil que esta salga a flote. Estamos en manos de los pliegos, es la herramienta que está en el principio de todas las ayudas. Una de las plazas clave que los próximos días estará en el mercado es Valencia, pero hay otras grandes en el aire.

Comprobado el momento que vive la tauromaquia es además momento especialmente delicado. Del acierto de técnicos y políticos dependerá el futuro del toreo. Todo lo que sea un planteamiento mercantilista que no entienda los derechos de los aficionados y valore en su medida el impacto económico que suponen para la ciudad una ferias pujantes, llevaría al desastre. Es una obviedad que a plaza llena gana la ciudad y con ellos los hoteles, restaurantes, comercio… y los empresarios. Con arrendamientos desorbitados baja la calidad, se vacían las plazas y pierde todo el mundo. Incluido el reconocimiento de quienes lo promovieron. Experiencias ruinosas donde sólo se miró el canon hay por doquier en España. No son opiniones ni teorías, son hechos contables, el impacto sobre la ciudad de una feria como la de Bilbao, hay estudios recientes, es de doce millones de euros en una semana, dinero que si no entra falta y que en Valencia no debe ser menor.

También hay, felizmente, ejemplos contrarios. Grandes plazas, Olivenza nacida de la nada, Málaga, Granada, Alicante, Zaragoza, que apostaron a realismo y comienzan a sacar cabeza. Entendieron que los años de las instituciones con mentalidad de caseros gruñones pasaron a mejor vida.

Sería bueno, imprescindible, que las respectivas propiedades entiendan la gestión de las plazas como algo más que herramientas recaudatorias en si mismas, en todo caso que la vean como instrumento dinamizador de la economía de las ciudades. Y de nada valdría todo lo anterior si la clase empresarial todo seguido se precipita en ofertas dislocadas hasta la temeridad como ya ha ocurrido en ocasiones, en que pliegos razonables los convertían en quimeras de imposible cumplimento.

Lea AQUÍ el reportaje completo en su Revista APLAUSOS Nº 1929

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