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El matador de toros albaceteño Juan Luis Rodríguez ha remitido a esta redacción una carta en la que narra su relación con un antitaurino y cómo ésta ha ido virando de la frialdad, el rencor y el distanciamiento de opiniones hacia el respeto, la comprensión y la amistad.
La misiva, titulada “Entre creencias y entendimientos: Historia con un antitaurino”, lanza también una advertencia al propio mundo del toro: “Cada día más el mundo del toro es un mundo cerrado en sus creencias pensando que éstas son las más sólidas del mundo y por miedo u orgullo no queremos escuchar lo que nos dicen los demás, no escuchamos a los que no son de “los nuestros”: qué sabrán ellos, dirán algunos. Dentro de la postura de que lo sabemos todo es imposible avanzar y en cierto modo es lo que nos pasa y creo que un ejercicio de autocrítica vendría de perlas a más de uno, que nos pensamos que con nosotros no hay quién pueda y vamos cuesta abajo y sin frenos”, afirma el diestro manchego.
Rodríguez, que asegura haberse ganado del antitaurino lo más valioso, “su respeto”, subraya que, con ello, su aportación al toreo “es mínima, pero creo que deberíamos concienciarnos los taurinos de que, en ocasiones, el mal nuestro no son ellos, sino nosotros, que nuestra intención no debe de ser llevarlos a la plaza, sino intentar que no se vayan los aficionados que ya están, pues cada día la gente esta más descontenta y a la gente joven ni le interesamos ni sabemos llegar a ellos. Al igual que deberían concienciarse los antitaurinos más radicales de que el toreo es un arte y, como tal, siempre habrá seguidores y detractores, pero que no se puede defender a un animal agrediendo o deseando la muerte a un ser humano. Lo que llaman barbarie es exactamente lo que ellos hacen a las personas para hacerse oír”.
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