La revolera

¡Manzanares ya es inmortal!

Paco Mora
martes 28 de octubre de 2014

Ha sido y es, porque los toreros como los viejos generales no mueren, simplemente se desvanecen, un torero referencia para los que entendemos el toreo como arte. A mí me gustaba hasta cuando no tenía su tarde.

¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!, escribió el gran poeta del romanticismo Gustavo Adolfo Bécquer. ¡Qué solos nos vamos quedando los vivos!, he sentido al enterarme del gran viaje de José María Dols Abellán, “José María Manzanares” para la historia del toreo en la que acaba de entrar de manera repentina, sin un mal gesto.

Se quedó dormido, después de despedirse por teléfono de su hijo José Mari que volaba anoche hacia México capital, aeropuerto donde se ha enterado de que su padre ya camina por las trochas del cielo seguramente del brazo del abuelo, en amigable tertulia con Gallito, Belmonte, Granero, Manolete, Luis Miguel, Domingo Ortega, Marcial, Pepe Luis, Pepín y todos los grandes de la historia del toreo que habrán salido a recibir a uno de los suyos.

La calidad, la clase, el gusto y la elegancia torera personificadas, y, junto con el maestro Antoñete, el torero de mejor y mas armónica colocación frente a los toros de todos los que uno ha visto en su ya larga vida. Perdónenme, no estoy para nada. José Mari era amigo mío y a lo largo de la temporada vernos y darnos un abrazo entrañable, y si era en un callejón ver la corrida juntos, era norma habitual. Nunca he visto a un padre torero juzgar con más enjundia y justicia a un hijo torero. Estaba orgulloso de su hijo y solía decir por lo bajini: “Es mejor torero que yo”. Pero él sabía que eso era imposible, porque mejor que él no lo paren madres… si acaso distinto.

Ha sido y es, porque los toreros como los viejos generales no mueren, simplemente se desvanecen, un torero referencia para los que entendemos el toreo como arte. A mí me gustaba hasta cuando no tenía su tarde, porque sólo verle andar por la plaza y colocarse para embarcar los toros en su aterciopelada muleta valía mil veces el precio de la entrada. Un torero de toreros. Dios le ponga a su lado y les dé fuerza a los suyos para soportar su ausencia. Los que le conocimos como amigo y como aficionados jamás le olvidaremos.

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