Llegada la hora de poner una plaza en el mercado el primer objetivo de técnicos y demás responsables, es abrir el paraguas legal más grande posible así deje tuerto a quien sea, el segundo quejarse de los taurinos y el tercero… iba a escribir ayudar al toreo, pero…
El caso de Valencia ha puesto sobre el tapete otra cuestión eterna, la regeneración empresarial. Para que no se entienda mal aunque tampoco es concepto equivocado, en lugar de regeneración utilicen el término renovación. Díganlo como quieran, el caso es que el reto de cómo abrir las puertas para que entre aire nuevo, nombres nuevos, el cómo regenerar hábitos y a la vez evitar a los paracaidistas y aventureros que en los tiempos que vivimos serían todavía más nefastos, sigue sin soluciones.
No es fácil, la prueba es que nadie da con la tecla. Porque la experiencia que se exige tampoco es garantía de bien hacer, porque las elecciones equivocadas tienen difícil marcha atrás, porque los esfuerzos e inversiones no garantizan continuidad y también porque… cualquier novedad genera tanta desconfianza, tanto bla, bla, bla de los que no se salen con la suya, tanta maledicencia, tanta resistencia por lo civil y por lo penal, que al final llegada la hora de poner una plaza en el mercado el primer objetivo de técnicos y demás responsables, es abrir el paraguas legal más grande posible así deje tuerto a quien sea, el segundo quejarse de los taurinos y el tercero… iba a escribir ayudar al toreo, que supone ayudar a la ciudad, a la cultura… pero eso les queda muy lejos, en realidad no lo contemplan. Así nos va.