Firma invitada: Manuel García Castells

Tinistas y Pacorristas

miércoles 03 de diciembre de 2014

La pasión era tan fuerte que en algunos establecimientos se puso el rótulo de “Prohibido hablar de El Tino y Pacorro”. Hubo quien empeñó el colchón para verles y hasta un ciego muy conocido en Alicante pagaba la entrada a un acompañante para que le contara lo que ocurría.

Este título le dirá muy poco a los aficionados jóvenes a la Fiesta, pues estoy hablando de los años 50, pero a los aficionados más veteranos les gustará recordar.

La fiebre taurina que se formó en Alicante fue espectacular, los llenos se repetían cada vez que se anunciaban en el cartel El Tino y Pacorro (bien mano a mano o con otro espada), daba lo mismo quien fuera, pues la afición iba a verlos a ellos.

Los tinistas se ubicaban en el tendido 8 de sol y cuando se abrían las puertas de la plaza dos horas antes, entraban ya para coger un buen sitio, pues la plaza entonces no estaba numerada. Iban con sus paraguas y sombrillas para protegerse del fuerte sol. Los pacorristas hacían lo mismo, pero en el tendido 6 donde destacaba la peña La Serpentina, que se las echaba cuando su torero daba la vuelta al ruedo con sus trofeos. Cada uno tenía su pasodoble, que era interpretado por la banda de música de la Cruz Roja durante sus faenas de muleta y jaleado por sus seguidores.

Fue tanta la ilusión que se vivió que cuando El Tino debutó de novillero en Las Ventas se desplazaron desde Alicante 60 autocares y un tren especial adornado para la ocasión, con tan mala suerte de que se suspendió por la lluvia y se celebró el domingo siguiente, volviendo otra vez los 60 autocares.

La pasión era tan fuerte que en algunos establecimientos comerciales se puso el rótulo de “Prohibido hablar de El Tino y Pacorro”. En el Mercado Central los lunes no se hablaba de otra cosa, llegando incluso a disgustarse y dejarse de hablar entre familiares por este motivo de rivalidad.

También se daban casos de llegar a empeñar el colchón para sacarse la entrada y hasta un ciego muy conocido en Alicante le pagaba la entrada a un acompañante para que le contara en todo momento lo que ocurría en el ruedo cuando toreaba El Tino.

Era muy curioso lo que ocurría en aquella época con el reloj de la plaza, pues si la corrida empezaba a las 5, el reloj marcaba siempre las 5 menos diez mientras estaba entrando gente y cuando habían pasado ya diez minutos o más de la hora, los diez minutos saltaban de golpe y ya era la hora de empezar. En la actualidad esto no se podría hacer pues el escándalo que se formaría sería descomunal.

A nivel local y provincial no ha habido ningún torero alicantino que haya tenido ese tirón de gente que tuvieron ellos dos a pesar de que hemos tenido figuras como Manzanares y Esplá, entre otros. También es justo decir que El Caracol tuvo también su momento con sus famosos jueves en los que la plaza se abarrotaba para verlo.

Hay que pensar que eran otros tiempos, casi imposibles de repetir.

Manuel García Castells.- Presidente Plaza de Toros de Alicante

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