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Por Manolo MolésPor Manolo Molés

Coman el turrón en paz

Manolo Molés
sábado 13 de diciembre de 2014

La empresa de Sevilla, con Canorea y Valencia, ha de enarbolar ya mismo la bandera blanca de la paz taurina y poner en pie el armisticio y la negociación sobre la mesa de la realidad.

Ahora mismo, ya, sin perder tiempo, antes de que se enfríe el arroz y volvamos a las quejas y al áspero desencuentro, la empresa de Sevilla, con Canorea y Valencia, ha de enarbolar la bandera blanca de la paz taurina y poner en pie el armisticio y la negociación sobre la mesa de la realidad. Y que cada cual lleve la sensatez por convicción; y que debatan y negocien como siempre sucedió en este mercadillo taurino. Que el pulso, ya de forma individual, sea lo que siempre fue el tira y afloja natural entre empresas y representantes de toreros.

Disuelto el G5 y retomada la individualidad habitual de las contrataciones tenemos sobre la mesa, ahí están las últimas declaraciones de Morante y Talavante, las quejas sobre el trato personal y sobre el dinero. Ambas cosas, siendo fundamentales, deben ser de posible arreglo porque en el toreo desde hace siglos siempre hubo normalidad en el acuerdo y en lo contrario. Pero si somos conscientes de la necesidad de relanzar la Fiesta pondríamos como meta urgente comer el turrón en paz y poner un Belén de cordura en la Fiesta antes de que los lobos se coman a Caperucita.

Y de paso no olvidemos lo más grave: la ganadería. Que esto se estrecha, que esto se reduce, que esto va muy a menos y sin toros sí que no hay futuro. Vale que cinco ganen un buen dinero. Lo valdrá. Pero hay cincuenta en el alambre y pueden caer al vacío siendo, como son, necesarios. Y qué hacemos con ese pelotón de cien matadores que no torean ni ganan siquiera para subsistir. Posiblemente sobren la mitad, pero en la otra mitad hay gente que la Fiesta debería tener en cuenta.

Por eso me gusta tanto el sistema taurino francés, que dicho sea de paso nos da cien vueltas en la realidad de los aficionados. Que lo son primero al toro o, como mucho al mismo tiempo, aficionados al toro encastado y con emoción que al torero capaz de dar espectáculo con la bravura. Los Clubes Taurinos Paul Ricard, gente seria, dan los premios del sudoeste francés. O sea la mitad de su geografía taurina con plazas como Bayona, Dax, Mont de Marsan, Vic-Fezensac, etc. etc. Y coinciden que la mejor corrida ha sido la de Pedraza de Yeltes lidiada en Dax. Toma ya. Que la mejor novillada fue la de Guardiola Fantoni. Y aquí hemos decapitado ese apellido ilustre. Mejor matador: Urdiales por encima de todos. Y mención especial a Alberto Lamelas. Y han actuado muchas figuras. Mejor novillero, Garrido. Valadez y Aguado sin caballos y menciones a los varilargueros Tito Sandoval y Rehabi. Francia es otro mundo en el orden lógico de su afición y conocimiento. Otro detallito en Orthez. Dan una corrida y una novillada. Pues ambas son de Valdellán. ¿Qué es eso? Pues toros que pastan en León con sangre santacoloma vía los históricos gracilianos. Tienen afición, salvan encastes y empujan nuevas ganaderías que cuiden al toro.

Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1941

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