La revolera

La luz especial de Sevilla

Paco Mora
lunes 15 de diciembre de 2014

Los protagonistas del encuentro del jueves en Sevilla primero deben respetarse a sí mismos, porque si se dedican a rememorar los agravios ajenos, obviando los errores propios, ni habrá armisticio ni se solucionarán los problemas que atenazan a la Fiesta.
A lo que se ha bautizado con evidente acierto como “El Cónclave” de los empresarios taurinos, le faltan tres días para su celebración en Sevilla. Parece que la participación de empresas dedicadas a poner en pie el espectáculo de los toros, se prevé como importante tanto en número como en calidad.

Hay que poner en la platina del microscopio todo lo que se diga y especialmente lo que se acuerde en ese acontecimiento, por varias razones pero sobre todo porque puede ser un gran paso para demostrar que por fin el mundo del toro se ha convencido de que la solución a la grave coyuntura que atraviesa la Tauromaquia no vendrá del exterior. Los políticos bastante tienen con limpiarse su propio trasero. Y al fin y al cabo los realmente concernidos por el desarrollo positivo o negativo del toreo son empresarios, ganaderos, toreros, aficionados y prensa especializada, porque la otra no hace ni puñetero caso a las circunstancias de la Tauromaquia si no es en sus aspectos más negativos. Aquí no hay milagro que valga. O lo solucionamos entre todas las partes implicadas o esto se va al carajo.

Al hecho histórico-cultural del toreo, le tiene que venir la fuerza desde su propia entraña. Hace años que uno está preconizando un Concilio Vaticano Segundo del toreo, pero siempre ha faltado el Juan XXIII capaz de organizarlo. Y no se entiende bien por qué han tardado tanto, puesto que el toreo es rico en hombres inteligentes y repletos de conocimientos en la materia y bien puede surgirle un Papa en los preliminares de ese Cónclave sevillano. Entre los nombres que se barajan como asistentes al acontecimiento hay varios sobradamente capacitados para ello. Eso sí, a condición de que asistan al encuentro de la capital del Betis con espíritu abierto a la realidad, y dispuestos a tomar las decisiones adecuadas para que el espectáculo taurino sea tenido en cuenta y respetado por la sociedad y los dirigentes del país, tanto en su vertiente cultural como en la económica. Pero para que del encuentro dimane ese respeto, primero deben respetarse a sí mismos los reunidos, porque si se dedican a rememorar los agravios ajenos, obviando los errores propios, ni habrá armisticio ni se solucionarán los problemas que atenazan a la Fiesta. Esperemos que de Sevilla salga la claridad de ideas que necesita el toreo para brillar eternamente. Y ya dice la canción que Sevilla tiene una luz especial.

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