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Por Carlos Ruiz VillasusoPor Carlos Ruiz Villasuso

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Carlos Ruiz Villasuso
sábado 20 de diciembre de 2014

Para pagar la multa que se me va a venir encima cuando vaya a los toros a Bilbao. Fumando. A ver, que soy capaz de aguantar el mono, pero no sé si me va a dar la gana ser capaz.

Para pagar la multa que se me va a venir encima cuando vaya a los toros a Bilbao. Fumando. Porque de las tres infracciones previstas (leve, grave y muy grave) por la ley que me va a prohibir fumar en la plaza de toros de Bilbao, yo me voy a apuntar a la muy. Si hubiera una muy muy, pues me apuntaría a esa. A ver, que soy capaz de aguantar el mono. Diecisiete horas sin dar una calada cuando voy al DF, casi 24 si vengo desde Guadalajara. Capaz soy, pero no sé si me va a dar la gana ser capaz.

Lo que me carga, es que me prohíban. Puede que no consuma muchas cosas, pero me anima a hacerlo el hecho de que las prohíban sin coherencia o lógica. Lo prohibido me enternece, cosas de la vida. Ahora el Consejo de Gobierno vasco con su Ley de Adicción va a prohibir fumar en las Corridas Generales. Fumar al aire libre es una de las pocas cosas dignas que quedan de decencia para el fumador. Y yo siempre fui respetuoso antes de la prohibición: ¿le molesta el humo, señora?. Y si era que sí, me iba y fumaba en otro lugar. Atiendan bien, no decía: ¿le molesta que fume? Porque, sinceramente, eso me daba igual. Era si le molestaba el humo. Mi libertad de fumar no era cuestión de gustos.

Dedicar un solo minuto del tiempo de un político al que yo pago a que prohíba los toros, en los tiempos presentes, es una malversación de fondos, un despilfarro. En estos tiempos, más que nunca, un tipo al que pago yo y usted y el otro, debe dedicarse a hacer un país que no me joda con más impuestos, que deje un futuro a mis hijos tras sus estudios, que se haga creíble en la gestión de la salud o la educación, que se dedique a que cada cual tenga una casa y un trabajo. Y si le queda tiempo, que se masturbe o que prohíba o que coleccione ceniceros sin usar. Pero, primero, que trabaje y no sea un imbécil perdedor del tiempo que yo le pago.

Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1942

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