La revolera

Pájaros de mal agüero

Paco Mora
sábado 20 de diciembre de 2014

¿Qué pasaría si en EEUU, una pandilla de bienaventurados intentaran prohibir el rodeo o el rugby, con el pretexto de que, por ser deportes duros donde los haya, resultan un ejemplo dañino para los niños?

Dos diputados y una diputada españoles han arremetido acremente en la Comisión Europea, con los falaces argumentos de siempre, contra la Fiesta de los Toros. Uno de los cuales es el socorrido mantra del daño que puede hacer a la salud mental de los niños la retransmisión de las corridas. Las tres señorías han debido ver muchos espectáculos taurinos en su infancia, a juzgar por la saña con que luchan por cargárselos, que en ocasiones roza la enajenación mental.

Una verdadera pena que no empleen el mismo ímpetu para luchar contra la corrupción, la mentira y el tongo en sus respectivas autonomías. A no ser que lo que busquen empleándose tan a fondo en su cruzada contra los toros, es camuflar otras cosas que no solo dañan psicológicamente a los niños sino también a sus libertades de estudiar, alimentarse y disfrutar de un Sanidad gratuita y universal, derechos que en las zonas geográficas que representan sobreviven en un estado más que cuestionable. Eso por no hablar de cómo llevan años y años inoculando el odio a España en los corazones de los pequeños, apenas comienzan a tener edad para escuchar sus dañinas soflamas. El crecimiento desorbitado de la desigualdad y la pobreza no parecen irritarles tanto a esos pájaros de mal agüero, como el ejercicio de la lidia de toros bravos y la libre asistencia de sus representados a la misma. ¡Qué país Miquelarena!

¿Que pasaría en Argentina si unos quídam cualquiera, bajo la impunidad de la capa política, pretendieran prohibir el tango por considerarlo un simple lamento de cornudos? ¿O si en los Estados Unidos de América, una pandilla de bienaventurados intentaran prohibir el rodeo o el rugby, con el pretexto de que, por ser deportes duros donde los haya, resultan un ejemplo dañino para los niños? ¡En fin, qué le vamos a hacer si nos ha tocado la desgracia de que en este país de los pecados de esos saltimbanquis de la política, algunos pretendan confundir la democracia con la yugulación de nuestro patrimonio cultural y de determinadas libertades!

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