Fotos: Carlos Perelétegui
La temporada taurina de Castilla y León abrió su telón con el pintoresco festival de Valero, pueblo enclavado al fondo de un pronunciado valle de la sierra salmantina. Se trata de un festejo cargado de tipismo, muy distinto y con arraigado sabor que es superviviente de estos tipos de espectáculos carpetovetónicos. Prueba de ello es que se celebra en una plaza cuadrangular, con numerosos burladeros donde se colocan los mozos del lugar. También por un público distinto que no paga entrada, pero exige como si fuera el de Bilbao que se coloca en la ladera de una montaña. Por todas esas razones tiene unas connotaciones equidistantes de la Fiesta actual, pero guardando ese encanto único que es el empujón de una nueva temporada.
El madrileño Alberto López Simón fue el protagonista de esta ocasión con dos toros de la Casa Matilla enfrente. Frente al primero de ellos, enclasado, toreó con gusto y logró momentos de mucha belleza en su interpretación. Tanto al natural como con la diestra, junto a unos adornos. La gente agradeció su buena labor y lo premió con las orejas. El novillo fue premiado con la vuelta al ruedo.
Más reservón el segundo y sin la calidad del anterior, pero ahí se volvió a mostrar muy suficiente López Simón, sobre todo con la pañosa en la mano derecha para cortar una oreja. Lo sacaron en hombros en medio de la fría tarde en lo que fue un triunfo a su buen hacer.
Valero de la Sierra (Salamanca). Sábado, 31 de enero. Buen ambiente en tarde muy fría y desapacible. Dos toros de la Casa Matilla, justos de presencia, con clase en general, sobre todo el primero, premiado con la vuelta al ruedo. Alberto López Simón: Dos orejas y oreja. Salió en hombros.
