Desde el sur

La puerta

Juan Belmonte
viernes 17 de abril de 2015

La corrida de Ricardo Gallardo tuvo toros que tenían embestidas repetitivas, unas mejores, otras más complicadas pero todas con posibilidades y transmisión total, apretaban tela, tenían fijeza pero no podías equivocarte.

Aviso a navegantes pesimistas. Toque de atención a aficionados desencantados, a taurinos derrotistas…hay una puerta. La puerta de la bravura, con sus complicaciones, la puerta de la casta bien entendida, la puerta de la salvación taúrica a través de la emoción. Esa puerta la abrió en La Maestranza la corrida de Fuente Ymbro. Reconozco –mea culpa– que he sido siempre, demasiado torerista pero he recapacitado y como no soy torero ni me pongo delante para pasar fatiguitas y temer embestidas de peso, he sufrido una metamorfosis hacia el torismo. Y ha sido porque llevaba tiempo aburriéndome en los toros, cansado de ver pases y pases ante embestidas sosas, insulsas, irrelevantes tan aparentemente poco peligrosas como para hacer pensar a la gente que cualquiera puede ponerse delante, aunque eso no sea cierto.

La corrida de Ricardo Gallardo nos tuvo pendientes de la lidia continuamente, los compañeros de la prensa escrita, por un día, no tenían la vista puesta en el ordenador mirando la corrida con el rabillo del ojo… tenían los dos fijos en el ruedo. Toros que tenían embestidas repetitivas, unas mejores, otras más complicadas pero todas con posibilidades y transmisión total. Apretaban tela para los adentros cuando se les banderilleaba, tenían fijeza y obedecían a los toques pero ojo, no podías equivocarte porque te echaban a los lomos… como no se equivocó Antonio Nazaré que si le duda un segundo al cuarto de la tarde -una máquina de embestir- lo hubiera cogido como hizo el que abrió plaza. La faena, no se equivoquen, tuvo toro y torero por la decisión y firmeza de Nazaré (¡ojú lo que costaba quedarse ahí entre pase y pase!) y la incansable embestida del astado. Pregúntenle también a Javier Jiménez, torero nuevo y decidido, que disfrutó templando las embestidas, de su primero más y algo del sexto.

En definitiva, que esto no pretende ser una crónica, esto es un pensamiento en voz alta de la alegría íntima al ver que hay una puerta a la esperanza traducida en bravura… Fuente Ymbro.

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