La Pincelada del director

Objetivo, el estado de rebeldía

El objetivo anti es la tierra quemada, imponer la incultura taurina, el desconocimiento, empujarnos a un museo que, me lo veo venir, querrán que sea el de los horrores
José Luis Benlloch
martes 30 de junio de 2015

La actualidad taurina de las últimas semanas parece un parte de guerra diario: Se pierde A Coruña…, Se resiste en Huesca…, Nos atacan en Pinto… Y de vez en cuando una alegría como la de ese alcalde socialista de Benifairó de les Valls, territorio del bou al carrer, Toni Sanfrancisco se llama el valiente, que no sólo no se ha atrincherado sino que ha contraatacado con la creación de una concejalía para los toros y le ha ganado metros e iniciativa a los anti. Con un par. El detalle viene a demostrar la realidad, que una cosa es la moda urbana e impuesta o las directrices de partido desde los despachos y otra la realidad de tantos y tantos pueblos donde los toros forman parte del tejido social y del acervo cultural de sus habitantes, gente de paz por mucho que algunas/muchas campañas, de coste millonario, películas y exposiciones incluidas, quieran distorsionar la realidad y presentarlos/presentarnos como una violentos cuando los violentos son ellos. Cinismo puro.

Así estamos y lo que nos queda, a punto de entrar en el agobio, ese estado de saturación en el que los ataques dejen de ser noticia no porque cesen sino por su reiteración, por cansinos. Y en ese punto es probable que acabemos encogiéndonos de hombros. Esa es la línea roja que no se debe pasar, atravesar ese meridiano de la cotidianidad supondrá nuestra ruina definitiva, así que mientras dure ese bombardeo al que nos tienen sometidos por tierra, mar y aire hay que mantener el estado de rebeldía, organizar la defensa lo mejor posible, ahorrar en diatribas internas, meter el hombro, no perderse en lo que no son más que las consecuencias de la pluralidad propia del toreo, visiones diferentes de una misma cuestión, diría que riqueza ideológica. No conviene olvidar que los mejores momentos de la tauromaquia no escapaban a esas diferencias, ni los dardos que se lanzaban los aficionados entonces eran muy distintos a los que se lanzan actualmente.

Aquí caben los de José y los de Juan, los saltillos, los vistahermosa y los cabreras, los que buscan sensaciones por la estética y los que gozan con las emociones lidiadoras, los rigurosos y los complacientes aunque nunca estará clara la raya del rigor. Es como la vida misma y todos nos necesitamos, no destruyamos lo que es riqueza en el toreo, sería hacerles el juego, es lo que buscan. En realidad su objetivo es la tierra quemada, llegar a la incultura taurina, al desconocimiento, empujarnos a un museo que, me lo veo venir, querrán que además sea el de los horrores.

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