La espina

El enemigo es Pedro Sánchez

Paco Mora
viernes 03 de julio de 2015

El toreo no es de izquierdas ni derechas, pero sí que tiene un enemigo furibundo en ese joven que está entregando España a los antisistema, que odian todo lo que huela a español El Ayuntamiento de Gandía ha prohibido los toros en la ciudad valenciana en la que nació Miguel Báez “Litri”. Y la responsabilidad es del PSOE porque este partido es el que ostenta la alcaldía mediante un pacto con Compromís y Ciudadanos, que ha oficiado de tonto útil. Compromís es enemigo confeso del toreo y siente repelús ante todo lo español. Ximo Puig ha dicho en Valencia que su partido está harto de “ofrendar nuevas glorias a España”, como canta el himno de la región valenciana. Himno que es uno de los pocos que pone el vello de punta a cualquier español bien nacido y la mayoría de los valencianos lo son hasta la médula. Se veía venir. Pedro Sánchez, fiel trasunto de Zapatero, heredero de todas las bajezas del “rey felón”, ha tenido y tiene como motivación profunda de sus políticas impedir que el Partido Popular, aunque gane las elecciones, pueda gobernar en ningún rincón de España. Para ello ha pactado con los antisistema, dándoles la gobernación de pueblos, ciudades y territorios autonómicos. ¡Viva la democracia!

Aquel joven que nos ganó con su simpatía, recién desembarcado en la dirección del PSOE, ha devenido en líder de una formación política cuya definición no puede ser otra que la de Partido Socialista de Pedro Sánchez, nada obrero y menos español. Un político que lleva camino de superar en su antiespañolidad a aquel Fernando VII de infausto recuerdo histórico. Y ahora me saldrá algún melifluo tunantuelo diciéndome que los toros no tienen color político. ¡Claro que no! Pero sí son una fiesta española por antonomasia, y ahí es donde les duele a Sánchez y a los que le acompañan en su destructivo viaje. Y digo partido de Sánchez porque el PSOE que él dirige se parece como un huevo a una castaña al que tanto ayudó a acabar con la dictadura y restaurar la democracia en España, bajo el liderazgo de Felipe González.

Aquí ya no valen las medias tintas. Posicionarse como aficionados a La Fiesta Nacional, no es ser de izquierdas ni de derechas sino estar a favor de algo secular e inequívocamente español. Recuerdo perfectamente al presidente del PSOE, señor Rubiales, sentado en los tendidos de las plazas de toros. No se perdió ni una Feria de Fogueres en Alicante mientras el cuerpo le hizo sombra. Uno de los ataques más duros que sufrió Alfonso Guerra por parte de la derecha fue por coger un avión desde Lisboa, con el fin de llegar a tiempo para presenciar una actuación de Curro Romero en Sevilla. José Bono ha sido siempre un gran aficionado al toreo y no por ello se le cayeron los anillos socialistas. Enrique Múgica sigue todavía disfrutando de su afición y a Felipe González se le vio poco o nada en las plazas de toros, pero nunca movió un dedo contra la Fiesta Brava. El toreo no es de izquierdas ni derechas, pero sí que tiene un enemigo furibundo en ese joven que está entregando España a los antisistema, que odian todo lo que huela a español. Pedro Sánchez se llama. Si son ustedes aficionados a los toros apunten su nombre y cuando lo voten, háganlo conscientes de que si se sienta algún día en la poltrona de La Moncloa les va a cercenar su libertad de seguir siéndolo.

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