VALENCIA.- FERIA DE JULIO

El magisterio de Rafaelillo y la raza de Manuel Escribano

El murciano pudo cortar cuatro orejas de no fallar con la espada y el de Gerena paseó una tras jugarse la vida en el sexto miura
Redacción APLAUSOS
domingo 26 de julio de 2015

GALERÍA FOTOGRÁFICA DE RULLOT DEL FESTEJO

LA OPINIÓN DE BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS

Fotos: RULLOT

El mano a mano empezó fuerte. Rafaelillo se fue a la puerta de chiqueros a recibir al Miura que rompió plaza, al que toreó después por delantales con el capote y con el que sufrió un susto al tropezar cuando trataba de colocarlo en el caballo. Quitó Escribano por chicuelinas y Montoliu fue arrollado en banderillas, trance en el que hay que anotarle un salvador quite de riesgo a Víctor Manuel Blázquez. Comenzó la faena el murciano doblándose muy bien con el toro y en un par de tandas sobre la diestra. Se orientó pronto el de Zahariche, pero Rafaelillo nunca renunció a la pelea, en un alarde de facultades y conocimiento de la ganadería. La espada le privó del bien ganado trofeo.

El segundo, protestado por su presentación de salida, fue recibido también a portagayola por Escribano y devuelto por el palco tras perder las manos en el tercio de varas. Fue un toro bien hecho, al que el de Gerena banderilleó con facilidad y riesgo, especialmente en un par al quiebro que inició sentado en el estribo. Tuvo nobleza el de El Ventorrillo, aprovechándolo el sevillano para torear con temple y pulso sobre ambas manos. Con el toro a menos, cerró su labor por manoletinas antes de matar de pinchazo y estocada.

El tercero, con el que la gente se metió de salida por su tamaño, fue bravo. En varas, empujando con buen estilo en el peto y buen toro en la muleta de Rafaelillo, que le cuajó una faena medida en la que incluso hubo tiempo para olvidarse del cuerpo y dejar muletazos de planta relajada y notable calidad. Al natural hubo compases cargando la suerte que tuvieron mucha verdad. Lo pasaportó de una estocada casi entera y cortó la primera oreja de la tarde.

Saltó a la plaza el cuarto, Jerezano, el toro que se hizo el amo de la desencajonada, sin aparente merma para su lidia. Escribano se estiró de capa y el sarro de Miura derribó con estrépito en varas, encelándose después con el caballo. No se dejó nada en el tintero de nuevo con los palos, pero con la muleta se encontró con un astado a la defensiva, aplomado y al que le costó desplazarse en las telas. Lo mató con diligencia.

Rafaelillo recibió al quinto con una larga cambiada en el tercio y varios lances a la verónica de buen dibujo, especialmente la media con la que remató la serie. Tras cumplir en varas, el sobresaliente Víctor Manuel Blázquez, invitado por Rafaelillo, dejó un templado quite por navarras. Llegó a la muleta con buen tranco el miureño, embistiendo con son y calidad. No lo desaprovechó el de Murcia, que toreó de manera sensacional al natural. Enganchando la embestida con los vuelos y vaciándola detrás de la cadera. Muy torero, entregado pero sintiéndose en todo su quehacer, gran tarde de toros la suya. Empuñó la espada con fe pero pinchó arriba en varias ocasiones y lo que iba para dos orejas se quedó en una vuelta al ruedo por aclamación por popular.

El sexto era un tren de acaballadas hechuras. Le costó desplazar tan gigante anatomía. Escribano, que se había otra vez a portagayola, se la jugó una vez más con los palos y tras brindar al público lo dio todo en una labor de un valor extraordinario. Toreó mientras se movió el de Miura y acabó metido entre los pitones en un arrimón de órdago del que salió prendido de manera espeluznante en unos segundos que se hicieron eternos. Conmocionado, sin llevar cornada aparentemente, se tiró a matar a ley y cortó una oreja como justísimo premio a su esfuerzo.

Valencia, última de la Feria de Julio. 26 de julio de 2015. Toros de Miura, un sobrero de El Ventorrillo (2º bis), de dispares hechuras y juego desigual. Los mejores 3º y 5º. Rafaelillo, ovación con saludos tras aviso, oreja y vuelta al ruedo tras aviso; Manuel Escribano, ovación con saludos, silencio y oreja. Entrada: Media plaza. Los toreros fueron obligados a saludar tras romperse el paseíllo.

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