La revolera

¿Quién hace más daño a la Fiesta?

Paco Mora
jueves 10 de septiembre de 2015

Si al toreo se le quita la emoción pierde su principal razón de ser. ¿Quiénes le hacen más daño a la Fiesta, los “antis” o los criadores de la babosa renqueante y descastada?

A los antitaurinos los podemos vencer y los venceremos llevando a los tribunales a los que infrinjan las leyes que protegen a los españoles contra los liberticidas, y ejerciendo pacíficamente nuestros derechos y libertades. Si hacemos lo uno y lo otro, la Fiesta prevalecerá. Pero, ¿cómo vencer los bostezos ante el descaste y la falta de fuerzas de una novillada como la lidiada en el segundo espectáculo taurino de la Feria de La Virgen de Los Llanos de Albacete? En la falta de casta, fortaleza, movilidad y duración de un elevado porcentaje de novillos y toros de los que se lidian en las ferias de España está el auténtico germen del declive de la Fiesta.

Tres novilleros punteros, con argumentos suficientes para dar una tarde de toros vibrante y emotiva, aún estando bien, e incluso cortando cuatro orejas que no fueron más por los fallos a espadas, no han sido capaces de evitar en los tendidos un ambiente de aburrimiento generalizado. Sencillamente, porque contemplar cómo se torea a un animal flojo y descastado no produce en el espectador la mínima emoción. Aunque al final saque el pañuelo en reconocimiento a la buena voluntad de los protagonistas del soso ballet, en que se convierte un espectáculo en el que el protagonista principal, que es el toro, no pone la fiereza, acometividad, fortaleza y duración a que le obliga su condición de bravo.

Cuando el novillo o el toro salen renqueantes del primer tercio y luego embisten a la muleta como cumpliendo un trámite obligado, el espectáculo puede ser gracioso, bonito y hasta interesante, pero si al toreo se le quita la emoción pierde su principal razón de ser. ¿Quiénes le hacen más daño a la Fiesta, los “antis” o los criadores de la babosa renqueante y descastada? ¿Cómo se puede explicar que en la novillada referida se haya cortado una oreja sin que sonara ni un arpegio de la banda de música? Seguramente porque el entusiasmo de sus componentes era tan perfectamente descriptible como el de los espectadores.

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