La Pincelada del Director

Una verdad irrefutable

José Luis Benlloch
martes 06 de octubre de 2015

Un susto encima de otro susto, angustia, ¡este tío qué hace!, ¡que le coge!… y aunque a él no parece importarle le cogen demasiadas veces. Siendo cierto que el valor hay que administrarlo, no es menos cierto que jamás una revolución surgió del conservadurismo.

La semana tuvo de todo pero sólo una verdad irrefutable en la que recrearse, el arreón de López Si­món en Ma­drid. No lo analicen, no sean cicateros, créanselo que el toreo al fin y al cabo no es más que un acto de fe. Yo me lo creo a pies juntos así me acabe pegando un morronazo. No creo que suceda, lo del morronazo, además lo daría por bien empleado, tantos sinsabores, tantos disgustos, tantas tardes planas contra la propia naturaleza del toreo, que cuando un tipo te pellizca el estómago en una plaza de toros, cuando hay motivos para el disfrute, hay que disfrutarlo o padecerlo como es el caso. Ya saben, un susto encima de otro susto, angustia, ¡este tío qué hace!, ¡que le coge!, ¡joder, joder, joder!… Lo jodido es que al final le acaba cogiendo y aunque a él no parece importarle le cogen demasiadas veces. Los más conservadores e incluso las normas clásicas, dicen que el valor hay que administrarlo que de lo contrario se acaba. Eso ha sido así salvo honrosas excepciones, eso es exactamente lo que dicta la lógica y la prudencia pero como escribía el otro día en Las Provincias, nunca jamás una revolución surgió del conservadurismo. Así que mientras no se demuestre lo contrario, yo creo.

Por todo eso, este tío, este López Simón, lleva camino de convertirse en el mejor remedio contra la atonía general, por él mismo, por lo que provoca en la plaza y por el mimetismo que puede generar entre sus compañeros. Comienza a haber conciencia de que o le mantienes el ritmo o no cuentas. Es muy importante, diría que clave, ya lo verán, el camino que está marcando a los otros jóvenes para opositar al triunfo. ¡El que quiera ahí lo tiene! parece decir, lo que no sé es si lo está poniendo demasiado caro, no sé si eso de entrar y salir de la enfermería, dejar plantados a los médicos bisturí en mano ¡un momento, ahora vengo! matar dos toros y tumbarte todo seguido en la mesa de operaciones, esa locura no sé si es excesiva ni si habrá cuerpo que lo aguante, ni siquiera el suyo, no lo sé, lo cierto es que todo eso encoge los estómagos de los presentes, crea tendencia entre los compañeros y adicción entre los aficionados. Se vio el día siguiente con la actuación de Gonzalo, llena de imperfecciones pero colmada de… evitemos la rima, colmada de agallas, que puso a los presentes de su parte en menos que cuenta escribirlo. Lo que también tengo claro es que a partir de lo visto el viernes en Madrid y el sábado, a cualquier joven que salga a una plaza echando líneas en nombre de este o aquel estilismo o se quede en la enfermería para que le operen, le pueden sacar los colores.

Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1984

Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1984 para iPad

Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1984 para Android

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando