Una tarde de superación, firmeza y responsabilidad en Madrid frente a la corrida de Fraile Mazas el 27 de septiembre y una faena de entidad y enjundia frente a un toro de Las Ramblas en Sevilla el pasado 12 de octubre, premiada con una oreja, han puesto en valor a Miguel Ángel Delgado. Dos golpes de atención para dar credibilidad a un torero que no ha dicho su última palabra. Clásico en su concepto, de contrastada capacidad, el sevillano ha sabido jugar sus bazas y aprovechar una temporada que se le planteó muy cuesta arriba en los inicios, para llegar a la meta con los deberes hechos y con buenas perspectivas de cara al próximo ejercicio.
– “El fruto ha llegado al final. En general hablaría de una temporada muy positiva, donde me he tenido que sobreponer a muchas cosas pero donde he visto la luz del triunfo al final del túnel”
– “Hacía cuatro o cinco años que no pisaba la Maestranza y mi cuerpo estaba necesitado de sentir la esencia de esa plaza y mucho más de cuajar una faena así”
– “Si existe algún culpable de la situación en la que estaba, ese soy yo. Aquí no se puede andar creyendo que todo el mundo es malo”
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