Lo que hay que preguntarles es si van a respetar la Constitución, las libertades y el libre albedrío para hacer con nuestras vidas lo que nos venga en gana. ¿O es que votamos a los políticos para que nos dicten los espectáculos que debemos ver?
Sinceramente, el mundo del toro y los aficionados que somos la parte más sustancial del mismo -porque lo pagamos- creo que nos equivocamos preguntándoles a los políticos si les gusta o no la Fiesta de los Toros y si, en caso de gobernar la nación, la prohibirían o no. ¿Alguien les pregunta lo mismo sobre el fútbol, las carreras de coches, las de campo a través, la caza, la ópera, el cine, la natación o el vuelo sin motor? Por supuesto que no. Pero es que, además, nos deberían importar un bledo los gustos de quienes las urnas decidan que nos gobiernen.
Lo que hay que preguntarles es si van a respetar la Constitución, las libertades y el libre albedrío para hacer con nuestras vidas -dentro de la Ley- lo que nos venga en gana. ¿O es que votamos a los políticos para que nos dicten los espectáculos que debemos ver o los deportes y las artes que hemos de practicar? Con esas preguntas tan repetidas a cada líder y ocasión, sólo conseguimos que se crean nuestros amos en vez de nuestros servidores. Que es en realidad para lo que los votamos. Somos ciudadanos de un país libre con una democracia consolidada. Y los que piensan que pueden cambiar nuestros gustos y preferencias por el hecho de ganar unas elecciones, se equivocan de medio a medio. Somos ciudadanos y no esclavos.
En la Historia, madre y maestra de los pueblos, hay buenos ejemplos de lo que les sucedió en este país (España) a los que intentaron acabar con usos y costumbres con arraigo en el pueblo. Los que lleguen al poder con afanes prohibitorios se equivocan de país. Harían bien en recordar lo que sucedió en España cuando Esquilache quiso prohibir el uso de la capa y el chambergo, para encubrir el hambre y la miseria del pueblo. También, a lo largo de nuestra historia, Reyes y Papas intentaron erradicar el espectáculo taurino y sólo consiguieron alterar la convivencia de los españoles, que, con su reacción, los dejaron en el más lamentable de los ridículos.
Aparte de que ni Rajoy, ni Pedro Sánchez, ni Rivera, ni Pablo Iglesias, y ni siquiera el Rey, tienen potestad para privar a los españoles de una de sus señas de identidad tan enraizada que forma parte de su multisecular cultura. Los votamos y los respetamos -si se lo merecen- para cosas de mayor fuste.
