La Revolera

Javier Castaño

Paco Mora
miércoles 30 de marzo de 2016

Siempre le deseé la mejor de las suertes, y ahora con mayor razón puesto que le enfermedad le ha ido a atacar en unos órganos de su cuerpo de los que anda sobrado. ¡Suerte, matador! Que bien ganada te la tienes.

No conocía el problema de salud de Javier Castaño, por eso la sorpresa de saber que ha padecido un cáncer testicular del que se ha estado tratando hasta vencerlo en toda la línea, ha quedado anulada por la alegría que me ha proporcionado el conocimiento de su curación. Vi por primera vez a Castaño en una novillada de la Feria de Albacete en la que resultó cogido, y lo vi junto al ganadero de aquella tarde que era mi amigo y paisano Pedro Martínez “Pedrés”. Pedro me dijo: “Fíjate bien en ese muchacho que te va a recordar mucho a Dámaso González”. Y era cierto, Javier estuvo valiente como un tejon y pisaba el terreno de Dámaso. Se le notaba verderón pero tenía una base muy sólida que con el tiempo le abriría un sitio entre los valientes del escalafón superior.

Lo conocí personalmente en una conferencia en la que acompañé a Benlloch en Teruel. Venía con nosotros mi hijo Ramón que hizo muy buenas migas con el torero, que me pareció un hombre cabal y decidido a abrirse paso en la difícil profesión en la que ya había comenzado a destacar. Desde entonces, siempre que nos encontramos en el callejón de una plaza de toros mantuvimos un trato muy cordial. Sus gestas, sobre todo la de los seis miuras en Francia, le proporcionaron un puesto relevante de valiente entre los valientes. Me ha seguido recordando al gran Dámaso. Siempre le deseé la mejor de las suertes, y ahora con mayor razón puesto que le enfermedad le ha ido a atacar en unos órganos de su cuerpo de los que anda sobrado. ¡Suerte, matador! Que bien ganada te la tienes.

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