La revolera

Regreso heroico de Castaño

Paco Mora
domingo 17 de abril de 2016

El personaje de la tarde ha sido el salmantino-leonés, que con su sobriedad característica ha afrontado el duro y difícil reto con la solvencia que tiene más que acreditada, pese a que su segundo ha sido uno de esos Miuras que piden el carné de identidad.

El público que despedía hoy la Feria de Abril de Sevilla, cerrada con los toros de Zahariche, ha recibido a Javier Castaño al finalizar el despeje de las cuadrillas con una ovación de gala en reconocimiento a la hombría que ha puesto de manifiesto reapareciendo, después de su grave enfermedad, con corrida de tanto compromiso. Con las visibles huellas de un intensivo tratamiento quimioterápico, Castaño ha vuelto a ser el valiente que siempre fue, demostrando que no comparecía en La Maestranza buscando alivios de ninguna clase. Es más, de haberle acompañado las posibilidades de su lote el éxito le habría sonreído. Así y todo ha resuelto la papeleta con una alta carga de dignidad y disposición.

De la labor de Rafaelillo y Escribano encontrarán ustedes cumplida información junto a este billete. Pero para mí, el personaje de la tarde ha sido el salmantino-leonés, que con su sobriedad característica ha afrontado el duro y difícil reto con la solvencia que tiene más que acreditada, pese a que su segundo ha sido uno de esos Miuras que piden el carné de identidad. Uno se pregunta una vez más, a la vista del gesto y actitud de este torero, de qué material estarán hechos los hombres que se visten de luces. Pese a la escasa colaboración y peligrosa condición de sus dos adversarios, Castaño se ha mantenido firme y con la cabeza clara, sin dejarse vencer por la dureza que para él suponía reaparecer ante un público como el de la plaza del Baratillo y en su Feria de Abril. De la pasta de este recio matador de toros debió estar hecho Rodrigo Díaz de Vivar “El Cid Campeador”. Que por cierto fue el primer caballero castellano que alanceó toros bravos. Bienvenido a la vida, que tú sólo concibes vestido de seda y oro, Javier. Que la suerte te acompañe.

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