La página de Manolo Molés

Hay cuatro líneas y Cobradiezmos

Manolo Molés
jueves 28 de abril de 2016

Figuras, noveles, cuajados y veteranos: cuatro líneas apuntan a la diana de las ferias y del futuro. La revolución ya está aquí. La humana, sí. La bovina está por llegar. Menos en Francia. Claro que la revolución gabacha tiene ya dos siglos y eso también se nota. Pero empecemos a caminar que vale el futuro…

La primera semana de la Feria de Abril, la Maestranza notaba su anemia desde el boicot. Se perdió el amplio tesoro de miles de abonos. Y lo que se va, no vuelve. Se recuperó alguno, pero Sevilla, la hermosa Maestranza, estrenaba un nuevo estilo de asistencia en el curso en el que retornaban los hijos pródigos y confluían con otras tres líneas a tener en cuenta. La línea imberbe pero arrolladora de los López Simón, Roca Rey, Garrido que piden entrar en la aeronave del futuro inmediato; tres que el cardenal de Nimes, o sea, Simón Casas, va a consagrarles como matadores de toros: los todavía novicios son Ginés Marín, Varea y Álvaro Lorenzo. Vamos a ver cuántos se suben al carro ahora que todavía hay plazas en el autobús del futuro. Hay otra línea en marcha y dispuesta a defender su fortaleza y futuro. La de los que fueron caninos (no perros, sino que pasaron hambre) durante años y aguantando el banquillo no se pudrieron (Chenel dixit) sino que se curtieron; y ahí están pidiendo guerra y sentados ya en el comedor de las ferias: los Ferrera, Rafaelillo, Escribano, Ureña, David Mora, Fandiño y diez más que aspiran a ser parte de esta línea de solidez. Hay más. Los veteranos de alma joven cuyo papa es Enrique Ponce, cuantas más temporadas, más solera, y que desafían el paso del tiempo dando golpes de alto nivel. Ahí anda Padilla, mi compañero, el tío más bravo que he conocido nunca, el que nunca vuelve la cara aunque se la partieron, el que no sólo no se hunde en un rincón con un espadazo en todo el cuerpo, asaeteado de cicatrices; el que sube al monte Sinaí de la Fiesta y grita saliendo a hombros por la Puerta del Príncipe a la masa allí congregada: “Soñad, que los sueños se cumplen” y les indica su gran pomada contra el dolor y el horror: “El sufrimiento es parte de la gloria”. Ahí caben muchos más que tienen el secreto del toreo eterno como Curro Díaz y los cinco nombres que usted, lector, quiera poner porque los hay. Figuras, noveles, cuajados y veteranos con alma de torero y bucaneros. Cuatro líneas apuntan a la diana de las ferias y del futuro. La revolución ya está aquí. La humana, sí. La bovina está por llegar. No me cansaré de repetirlo, lo mismo que me canso de ver todos los días el mismo plato bovino en casi todas las ferias. Menos en Francia. Claro que la revolución gabacha tiene ya dos siglos y eso también se nota. Pero empecemos a caminar que vale el futuro…

VARIOS TOREROS QUE HICIERON MÁS QUE BUENA LA FERIA DE SEVILLA

Permitidme ahora que eleve el podium de los que hicieron más que buena la feria del retorno. Es cierto que todo fue a más y a mejor; pero en el inicio, con menos lujo, y mucho mérito, aparecieron jinetes más de apoteosis que apocalipsis y dieron buen tono los Rui Fernandes, Cartagena, Leonardo, Armendáriz, Manolito Manzanares y Andrés Romero. Y si les omito, Miguel Cuberta me recuerda que el periodismo taurino trata a los de a caballo como si los pusiéramos a los pies, o sea, a los cascos de la mala praxis del oficio. Esaú, Fortes (llámenle sólo Fortes) y Borja Jiménez dejaron buenas vibraciones porque las tienen. Y tres que dejaron claro que saben torear aunque les cueste mostrarlo: Pepe Moral, Delgado el de Écija y el otro rubio de los Jiménez llamado Javier, que a mí siempre me gustó. El miércoles, recuerdos toreros de Abellán, El Cid que busca su Jimena taurina, o sea, su faena que le consolide la madurez; y Adame, que es, sin duda, el más solvente matador de toros que tiene México. Ponle lo que quieras.

LA MAYOR ALEGRÍA SE LLAMA COBRADIEZMOS Y ESTÁ VIVA

Y llegó Castella, el que arrolla en Madrid y le sigue pesando Sevilla. Qué cosas. Pero algún día caerá la moneda de cara. Y López Simón apuntando lo que ya sabemos los que tienen vista limpia, que es un torero de gran verdad y fue sumando orejas en esta feria. Morante lo intentó cada día, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y fue a la de ocho cuando paró el viento, el toreo, la respiración. No se puede torear más despacio, ni crear, ni sentir, ni improvisar mejor. Fue una revancha de arte, de personalidad, de diferencia. Por eso a la hora última se reeditaron las bodas del toreo entre José Antonio el de La Puebla y los habitantes de la Maestranza, que pasaron del ceño fruncido a torear por las calles. Grande Morante. Y tan distinto. Y Perera, con un capote más creativo que nunca, con un Juli con galones de figura grande. Vale. Y luego Ponce a un juampedro de Bangladés lo rehabilitó para la historia. No se puede torear con más cabeza y temple. Claro que hay que añadir, corazón y bragueta. Vaya chaval. Manzanares sumó dos en la última tarde suya. En su casa. Lo de Roca Rey rayó tan alto, muy por encima de las orejas. Ahí no es que haya futuro. Es que ahí está el futuro. Ventura y Galán cabalgan fuerte. Lea, qué carácter. David Mora, Luque, mejor que el trato dado. Escribano potente y coautor del gran suceso de la feria. Ese maravilloso Cobradiezmos de Victorino Martín. Gloria pura. Y puro el toreo de Ureña. Y Garrido que no se rinde. Y Padilla que tomó el Olimpo. Y Castaño que venció al Miura y al cáncer. Del mismo hierro. Y Rafaelillo que purifica el toreo guerrero y ya es maestro honorable en ese palo. Bien por Sevilla. Y la mayor alegría de todas: se llama Cobradiezmos. Está vivo. Como la Fiesta.

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