La revolera

Corrida aristocrática

Paco Mora
viernes 27 de mayo de 2016

Ahora que ya tenemos entronizado al mastodonte de seiscientos kilos, se dan cuenta de que es peor el “toro grande, ande o no ande” que eso que algunos llamaban “torito” cuando no “perritoro”

Los comentaristas se han pasado la tarde hablando de la nobleza de los toros lidiados por El Fandi, David Mora y López Simón. A falta de bravura, casta y movilidad, dale que te pego con la nobleza. Y la nobleza es cosa de la aristocracia, no de la ganadería brava. Durante años los más conspicuos críticos taurinos nos han aburrido clamando por el toro con volumen y envergadura. Ahora que ya tenemos entronizado al mastodonte de seiscientos kilos, se dan cuenta de que es peor el “toro grande, ande o no ande” que eso que algunos llamaban “torito” cuando no “perritoro”.

Tarde aburrida de bostezos continuados sin una sola vuelta al ruedo, y al final cabreo general con trompetas y tambores. Ni los titulares ni los sobreros han ayudado lo mas mínimo a que el espectáculo cogiera tono y altura. Los toreros han hecho todo lo posible por hilvanar sus faenas, pero los “zampones” salmantinos marchaban hacia Boston y los trebejos toricidas hacia California, en cuanto a conjunción de las faenas se refiere. Casi todos mirando a las tablas y haciendo caso omiso de capotes y muletas, los toros de hoy han sido otro ejemplo -y ya van demasiados- de cómo acabar con la Fiesta sin necesidad de que los antitaurinos se tengan que molestar demasiado por conseguirlo.

Corrida sin emoción de la que el público que llenaba hasta los topes la plaza de Las Ventas ha acabado desentendiéndose. Con los inmóviles toros de piedra de Guisando no vamos a ningún sitio. ¿Donde está la personalidad de los ganaderos, que no han sabido ignorar a los “sabios” de pluma y micrófono que les han metido en este berenjenal? El toro de lidia no puede tener una altura de caballo ni peso de bisonte; ha de ser un animal armónico con los kilos adecuados a su esqueleto, vareado, bravo, encastado y con movilidad. Toros a los que haya que poderles con técnica valor y torería y no a base de paciencia para intentar colocarles algún deslavazado muletazo que otro.

El “Malagueño” de Alcurrucén no era un toro grandón ni regordío. ¿Alguien echó de menos más alzada y más peso? Por el contrario fue un disfrute verlo moverse por la arena de Las Ventas y sólo la alegría de sus embestidas ya valía cien veces el precio de la entrada. ¡Tomen nota, que ese es el camino!

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