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Rebeldía Vega

Carlos Ruiz Villasuso
viernes 17 de junio de 2016

Pido a los habitantes de Tordesillas que tomen campos y calles como cada año, sin violencia pero decididos a su toro completo. Llamo a desenmascarar la hipocresía de una clase política que prohíbe al ciudadano, sus derechos, sus libertades, sus tradiciones.

Un día escribí que mis aficiones o mi modo de comprender la Tauromaquia, no coincidían con el Toro de la Vega. Hubo quien lo entendió, hubo quien no lo hizo de forma pacífica y alguno se sintió obligado a reprochar lo que siento. Incluso este tipo de reacciones las localizo en la lógica humana. Son bienvenidas por mi parte aunque sean mal enviadas de parte de quien salen. Pero, desde hace tiempo, he llegado a la conclusión de que decir lo que uno siente es aún más transparente y honesto que decir lo que uno piensa. Y siento eso.

De la misma forma que afirmé lo que mantengo, quiero ser de los primeros en decir que, en lo que a mí toca, voy a tratar de defender el derecho libre de los habitantes de Tordesillas a su Toro de la Vega. Completo. Hasta el final. Quiero ser de los primeros en acusar al Partido Popular de esas tierras de haber cedido con fines evidentemente electoralistas, ante esa opinión contraria que, no dudo que en ella haya gente de buena fe, pero que, en su mayoría, forman parte de esa globalidad internacional animalista que ha metido el miedo en el cuerpo a los partidos políticos. Y ceden. Y cederán. Por miedo. Y nada por miedo es noble, sino cobarde.

Y como español de edad, la que tengo, de experiencia vital, la que tengo, de mi bolsa cultural, que la tengo, consciente de las responsabilidades de este sentimiento transcrito, y liberando a este medio de lo que yo firmo, llamo a decir no y a rebelarse, alto y claro. Hago aquí transcripción literal de lo que siento para escribir que llamo a la rebeldía. Y pido a los habitantes de ese pueblo que deseen el Toro de la Vega, que tomen campos y calles como cada año, sin violencia, pero decididos a su toro completo. Llamo a desenmascarar la hipocresía de una clase política que prohíbe al ser humano, al ciudadano, sus derechos, sus libertades, tradiciones. Legislar para que te voten es el inicio del populismo. Los “ismos” no riman con la “cracia”. Democracia.

Decir esto a esta clase política, inculta, zafia. Pedigüeña de votos necesitados, compradora de votos al por mayor y menor, carente de principios equilibrados y constantes (no hay un solo partido político capaz de pensar lo mismo sobre la Tauromaquia en todas las comunidades donde existen toros y partidos) mira hacia otra parte frente al negocio transnacional de mascotas, legisla hacia su viento favorable, los ayuda a enriquecer fomentando el maltrato continuado de esos animales que ya son de diseño, castrados, vaciados de sus órganos, dirigida su vida, su procreación, mutilados sus instintos. Por dinero. No un día al año, un toro. Todos los días del año. PP, PSOE y Ciudadanos no podían perder votos de sentimiento animalista por mantener completo al Toro de la Vega.

Hipocresía utilitaria que se agiganta como un soez globo enorme que consiste en legislar para que ese ser de diseño urbano llamado mascota, entre a competir (no a compartir) con los humanos por los recursos que tenemos los humanos. Acuso a esos mismos políticos de volver la espalda a niños y adultos pobres mientras dedican tiempo, recursos y trabajo a las mascotas. Miles de millones de euros anuales, inversiones de investigación clínica, mejora de cruza de razas de diseño, ropas, medicinas, ocio, alimentos, espacios… dedicados a un negocio en nombre del bienestar animal. Qué mala mierda. Animo a abrir un debate y una rebelión. No por cuestiones comparativas mascotas/Toro de la Vega, sino añadiendo que los medios de comunicación, con su espectáculo del Toro de la Vega, hacen lo que las multinacionales de las mascotas llevan planificando desde hace dos décadas. Agitar, hurgar y estremecer el sentimentalismo animalista, ese apego a todo lo no humano. Ese mensaje de “pobre animal” que se lanza con este toro, con el de la plaza, el de las calles, la oca y su foie, los zorros de caza, los circos, el zoo… Todo forma parte de una misma estrategia en mensaje. Y en negocio.

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