La crónica de José Luis Benlloch en Las Provincias

Misticismo, luz y magia

José Luis Benlloch
sábado 25 de junio de 2016

Delirio general en Alicante con José Tomás y Manzanares. La pasión, el partidismo, Castilla frente al Mediterráneo, la magia de las sombras frente a la seducción de la luz. Todos a hombros. Todos felices. El ‘Brexit’, el 26-J, ¿qué, qué es eso? Ayer no tocaba.

Directamente histórica. Tarde de las que se recuerdan: yo estuve en Alicante aquel día de San Juan en el que el misterio y la claridad se dieron la mano. El día en que Tomás, castellano, sincero y misterioso, y Manzanares, mediterráneo de cepa, hijo de maestro, esculpieron sobre la arena dos conceptos muy distintos e igualmente mágicos de por qué el toreo en el siglo XXI se sigue considerando arte muy por encima de las visiones sesgadas o pacatas que sólo son capaces de ver violencia y sangre. Hubo que esperar hasta el quinto y valió la pena. En ese toro, Cacareo, otro toro bravo y noble en la feria de Alicante, todos los días uno por lo menos, el de Galapagar encendió definitivamente, ahora sí, las pasiones en una faena intensa, personalísima, de gran emoción, con un gran arranque y un gran final. La respuesta, no era fácil, ni el ambiente que dejó Tomás ni el toro que cerraba plaza parecía claro, llegó por la vía de la responsabilidad y el sentimiento de Manzanares en una faena de mucha pausa, reunida, elegante como siempre y bien pulseada a la que puso punto final de un soberbio estoconazo en la suerte de recibir.

No hace falta decir que la plaza registraba el lleno más rebosante que se recuerda. Vomitorios, pasillos, lugares inverosímiles, a la entrada, a la salida y en el descanso, todo parecía ocupado. Nadie, por unas horas, recordaba el ‘Brexit’ ni parecían preocupados por el 26-J. Era la gran burbuja de una sociedad con ganas de vivir. Sólo un grupúsculo de antis, siete, ocho, nueve, no más, provocaron temerariamente en la puerta ante el regocijo de los compañeros gráficos, que creían tener la gran noticia, y ante la serena respuesta de la autoridad, que acabó entendiendo que lo justo, lo prudente y lo legal era retirarles. En los tendidos hubo una representación absoluta de las celebrities, las del cuché, que también cuentan, claro, pero también las de las artes, el mundo empresarial y científico, atraídos todos por la magia de los que son sin duda los últimos representantes de los héroes clásicos.

La tarde, como queda dicho, se lanzó en el quinto. Manolo Manzanares en sus dos intervenciones a caballo no tuvo suerte, ni parecía que su presencia encajara en el espíritu de la corrida. Ni le ayudaron los toros ni el ambiente, y acabó sucumbiendo ante una indiferencia general que le debía pesar como una losa. Tomás, en su primero, buen toro, no acabó de entenderse. A pasajes de nivel le siguieron otros de menos limpieza. Le sobró algún enganchón y hasta un punto de velocidad. Hubo más ruido que comunión hasta que llegó una serie, ya muy avanzada la faena, en la que por fin apareció el Tomás que marca diferencias. Unas luquecinas y una estocada caída le permitieron cortar su primera oreja. Josemari en su primer turno no tuvo opciones. Toro manso de libro, aculado en tablas, absolutamente renuente, impidió cualquier atisbo de lucimiento y puso la esperanza de la tarde al borde del abismo. Luego vino la merienda que todo lo tranquiliza, la segunda parte del caballista y empezó la gran ceremonia.

COMIENZA EL ESPECTÁCULO

Saltó a la arena Cacareo, precioso toro, negro, lustroso, bien armado. Una pintura. No engañó. Lo que aparentaba, fue. Ahí empezó la exhibición de Tomás. Lo recibió por lances, a pies juntos, con un vistoso codilleo que acortaba las distancias y forzaba la emoción. Así que las verónicas surgieron reunidas y calmosas entre las aclamaciones del público. Dos navarras ligadas con sendas espaldinas y una serpentina final mantuvieron encendida la pasión hasta la faena de muleta. Estruendoso y torerísimo el arranque, en los medios, a distancia, sin toque alguno que desviase las acometidas bravas de Cacareo, el mentón hundido en el pecho, la mirada puesta en los lazos de las zapatillas, una catarsis. La tarde estaba absolutamente encaminada hacia la apoteosis. Un remate por abajo, desmayado y mandón, fue el broche a ese deslumbrante inicio. Luego la faena fue especialmente grandiosa al principio y al final. Descendió ligeramente el nivel en el tramo intermedio y se elevó de nuevo a los cielos de la Tauromaquia. Primero en una serie con la zurda, honda y pura, atalonadas las zapatillas, el medio pecho por delante, el remate atrás, todo ligado, hasta el forzado de pecho. Luego vino otra serie final con la derecha, sin ayuda de la espada, con mucha personalidad, muy metido en sí mismo, que culminaba la gran obra. La estocada puso en sus manos las dos orejas.

No prometió mucho de salida el toro que cerraba plaza. Nada que desanimase a Manzanares, que le hizo un ajustadísimo quite por chicuelinas. Más que brillante, fue una declaración de intenciones. Lo entendió perfectamente el respetable, le dedicaron voces de ánimo, apelaron a su alicantinismo, le nombraron las obligaciones que tenía por ser un Manzanares, mentaron la máxima devoción de esta tierra su tierra a su señor padre y no hizo falta más. A los muletazos iniciales de horma y tanteo le siguió el toreo templado y suave que luce Manzanares en los últimos meses. Primero, lo toreó reunido, poderoso y por abajo sobre la derecha, largo el trazo, erguida la figura, desbordante la entrega y muy claras las ideas. Defendía su territorio. Era su día. Era Alicante. Luego vino el toreo al natural, de mucha pausa, suave, distinguido y largo, hasta donde nadie pensaba que podía ir el cuvillo.

Ajustó la métrica a la condición del toro y en el momento justo, en terrenos de dentro, dándole las querencias, citó en la suerte de recibir. Una vez, ¡ja!, no vino el de Cuvillo, segundo intento, ¡ja!, tampoco vino. No desesperó el estoqueador y al tercer intento se vino el toro, aguantó el torero, hizo la cruz, dejó la espada en todo lo alto -¡que venga Benlliure a esculpirlo!- y el momento se puede considerar un ejemplo para explicarlo en las escuelas. Rodó el toro, dos orejas, delirio general, la pasión, el partidismo, Castilla frente al Mediterráneo, la magia de las sombras frente a la seducción de la luz. Todos a hombros. Todos felices. El ‘Brexit’, el 26-J, ¿qué, qué es eso? Ayer no tocaba.

CRÓNICA PUBLICADA EN LAS PROVINCIAS EL 25 DE JUNIO

”Un general y dos guerreros”, la crónica del 23/06/2016

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