La pincelada del director, por José Luis Benlloch

El pueblo habló… fue a los toros

José Luis Benlloch
miércoles 17 de agosto de 2016

En Illumbe José Tomás elevó la categoría del natural a lo más alto, Juli hizo doblete -puerta grande matinal en Dax y puerta grande vespertina en el gran reto-, toreó con precisión de ingeniero y alma de artista. Orgullo, raza y responsabilidad de máxima figura. No es noticia. Ambos explicaron al mundo sus apasionadas razones.

Los ojos del toreo estaban puestos en San Sebastián. Gran feria en el momento que más se le necesitaba. La Bella Easo convertida en crisol de las civilizaciones, Ciudad de la Cultura 2016 rezan los carteles. Difícil encontrar mejor escenario por tanto. Gentes llegadas de todos los rincones del mundo resaltaban la universalidad de este arte. No son frases hechas, es realidad. Mejicanos y franceses especialmente, colombianos, japoneses y españoles de todas las nacionalidades si es que en España hubiese más de una nacionalidad, citados en tierra guipuzcoana. La Tauromaquia como vertebradora de un país por mucho que la quieran utilizar para todo lo contrario. Allá al fondo dos decenas de anti, no más que decenas, verbalizaron su disgusto mientras Illumbe convocaba estos días a más de cuarenta mil personas. Se enteren pues de la fuerza del toreo por mucho que no quieran enterarse. Al tirón indiscutible de JT se le sumaron las fuerzas vivas del momento que no son pocas, desde el maestro Ponce a los jóvenes emergentes. Todos ayudaron, los unos y el otro. Con esas premisas a nadie extrañó que la gran obra del gran Chopera amaneciese pletórica y lozana como nunca. Cuidada, repleta, esperanzada, reivindicativa de su esencia, a modo de ejemplo de lo que podría aportar a la ciudad si la dejasen en paz, sólo si la dejasen en paz de referéndums y zarandajas políticas.

En el primer capítulo ya hubo pasajes de gran interés taurómaco. Las pinceladas de buena torería de Urdiales y la vibración de Adame favorecidos en el sorteo y la firmeza de Ureña con el lote menos apto, resumen el resultado de un festejo en el que Fuente Ymbro soltó dos toros de nota alta y algún otro para fajarse y apostar que es un camino, el de apostar, que no conviene que se pierda en el toreo si queremos que el toreo siga siendo arte de emociones. No hace tanto dos toros de orejas en una corrida, era suficiente para hablar de un triunfo ganadero, pero los tiempos cambian y no siempre con lógica. El domingo, segunda de feria, el gran día, no faltó nadie, si nos atenemos a las negritas que tanto gustan en los medios habría que decir lleno de calidad. Con el Rey emérito al frente estaban todos, Eduardo Arroyo, Miquel Barceló, Pablo Benegas… ¿no quieren hablar de cultura? Tomás y Juli hicieron que todo valiese la pena. El de Galapagar elevó la categoría del natural a lo más alto, el de San Blas hizo doblete -puerta grande matinal en Dax, especie de precalentamiento y puerta grande vespertina en el gran reto-. Toreó con precisión de ingeniero y alma de artista. Orgullo, raza y responsabilidad de máxima figura. No es noticia. Sintetizando, ambos explicaron al mundo sus apasionadas razones. Pablo Hermoso anduvo a buen nivel pero sin suerte. Y no olviden a Garcigrande, al que de cuatro le embistieron dos y bien. Y no precisamente los del torero de la casa.

Y en ese mapa total, en Gijón la pelea y el orgullo de los Zúñiga por sacar adelante su feria se mantuvo en pie y las crónicas hablan de un gran Juli y Ponce sobre todos. En Huesca fue López Simón el que emergió sobre el resto y un gran ambiente. En Francia, Beziers resistió los embates de los enemigos de la paz y la plaza. Dax sigue inmersa en una plenitud gozosa y Pontevedra, donde cuentan que Álvaro Lorenzo elevó su vuelo de futuro, se mantiene como el bastión gallego gracias al curro y la cartera de los Lozano.

POSDATA.- La feria se remató con dos corridas más cuando la edición de Aplausos papel ya estaba en los kioscos. Se mantuvo el buen nivel en esa segunda mitad. El lunes fue cosa de Talavante que definitivamente le ha puesto seda a los ropajes de su explosiva personalidad y de Roca Rey que sigue tronando allá por donde va con una fórmula a la que no hay quien se resista: toro crudo, pies asentados, de aquí no me muevo, ataque en el suyo y en los de los compañeros, si hay ocasión pausa y buen trazo y si no.., si no ataque, ataque, ataque y el que pueda que lo siga. Y en el cierre, decepción general en el arranque con cuatro toros infumables de Juan Pedro que cabrearon con razón a los aficionados, descolocaron a Ponce y a punto estuvieron de echar por tierra la buena imagen de la feria y dos buenos toros que permitieron ver la recuperación de Manzanares y la mejor versión de López Simón, en ese registro de toreo ensimismado y emotivo, muy personal, de toro cerca y muletazos muy ligados.

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