Leer una noticia

Qué es una plaza de temporada

Carlos Ruiz Villasuso
domingo 21 de agosto de 2016

En Las Ventas, su función de plaza de temporada, o cambia, o está condenada al guiri y pocos más… Si este es el modelo de temporada, no hay más futuro que el que aguante un espectáculo de piedra con pérdidas ruinosas

El diccionario de la RAE define “Temporada” como el “espacio de varios días, meses o años, que se consideran aparte, formando un conjunto”. Un concepto muy flexible capaz de ser usado de forma bien diferente por las entidades que desean organizar actividades con el modelo de “temporada”. Teatro. Ópera. Fútbol. Moda. Exposiciones. Conciertos. Toros también. Desde luego, una temporada es una oferta al público que trata de sacar su mayor rentabilidad, no sólo económica, sino de imagen y hasta de proyección y fidelización. Y es una oferta, que cambia. Muchísimo.

La Scala de Milán ha variado en espacios y tiempos su temporada dependiendo de la oferta: gustos y usos de los consumidores. Por supuesto, su oferta de temporada en los años de recesión ha variado muchísimo. El fútbol ha sido la oferta que más ha variado días, fechas y horarios para desarrollar su temporada. El cine oferta pocos estrenos entre julio y agosto, hace años lo hacía. El teatro va de ciudad en ciudad sin estrenar en Madrid. Y son temporada. Cambian, pueden cambiar casi todo. Y siguen siendo temporada. Precisamente porque el concepto de temporada lo es porque los usos y costumbres de los públicos son variables. Si el cine ofertara temporada igual que en los años 50, dejaría de existir. Lo mismo que el teatro, y no digamos el fútbol.

¿Por qué, entonces, los toros, mantienen el mismo modelo de “temporada” que en los años 50? Madrid tiene idéntica temporada hoy que en 1950. Los gustos, capacidades, movimientos vacacionales, usos, costumbres de los españoles, han variado radicalmente en casi 70 años. Setenta son tres generaciones de españoles que han pasado de ser rurales a urbanitas, de poder irse desde Madrid a San Sebastián de los Reyes en cuarenta minutos a ver toros cuando sus abuelos echaban toda la mañana si podían pagar el boleto del bus de una línea inexistente. Hemos pasado de la tartera a la food fashion, del cine de butacas de madera a las salas vip inimaginables.

Los hosteleros están ya analizando porqué este mes de julio ha sido tan malo en Madrid y tan bueno en las costas. Para variar su temporada y adecuarse a los públicos. Los toros no. Las Ventas mantiene esa idea inflexible de domingo, domingo, a la misma hora. Da igual el año, el tiempo, si va gente o no va gente. Hay quien argumenta que “menos gente va a otros espectáculos estos meses en Madrid”. Ya. Es que los gestores de esos sectores dejan una oferta mínima o cierran. Porque no tienen usuarios. En Las Ventas, su función de plaza de temporada, o cambia, o está condenada al guiri y pocos más. Los costes de apertura de la plaza superan los 50.000 euros. Hay que añadir los gastos variables de toros, toreros, impuestos… Con taquillas que alcanzan unos ingresos de 40.000 euros.

Si este es el modelo de temporada, no hay más futuro que el que aguante un espectáculo de piedra con pérdidas ruinosas. Una pésima gestión de los pocos recursos que generamos. Lapidar el escenario en su imagen (Madrid el domingo 7 era peor que el Benidorm de los 60) en sus posibilidades, en su historial, en su respeto, en su dignidad de coso grandioso y en todo. Respondamos a esto: ¿Por qué habría de ir alguien a un recinto con temperatura ambiente superior a los 35 grados en el centro de la tarde un domingo para alquilar una almohadilla insana y carpetovetónica y sentarse al lado de cien chinos que no dejan de hacer fotos?

Madrid, Las Ventas, si desea ser plaza de temporada ha de coger el toro por los cuernos de su cubrición, racionalizar sus recursos en fechas y meses de mayores posibilidades de asistencia de público, estructurarse para competir con otras ofertas de ocio. Madrid no puede seguir viviendo como vive. Lo sabe todo el mundo. Madrid corre peligro con un San Isidro que no es lo que fue y una temporada que ofrece lo mismo a la misma hora a un joven de 18 años que a su abuelo.

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando