La Pincelada del Director, por José Luis Benlloch

Licencia para soñar, licencia para luchar

José Luis Benlloch
martes 25 de octubre de 2016

La trascendencia del litigio supera de largo el ámbito taurino. Es el seny español frente al antiseny catalanista. Paradojas. Con la sentencia hemos dejado de ser ilegales y nos permite seguir avanzando en la recuperación de los toros y de los derechos. De otra forma estaríamos atados de pies y manos, sin futuro.

La noticia de la semana ha sido la sentencia del Tribunal Constitucional anulando la prohibición de los toros en Cataluña. Es la noticia de la semana, del mes y de muchos años, tal es su trascendencia. Ha tardado, seis años nada menos, en pronunciarse el TC pero llegó el momento. La trascendencia del litigio supera de largo el ámbito estrictamente taurino. Es el seny español contra el antiseny catalanista. Paradojas. El respeto frente a los amigos del atropello. La desobediencia frente a la ley. Es revanchismo. Espíritu de barricadas. Y al fondo de todo, pelas. Esa es la deriva impuesta por determinada clase política. La Tauromaquia, los toros, els braus en catalán, convertida en herramienta (hacha, sílex, esa es su era y su simplismo) con la que intentan golpear al Estado. De un lado los constitucionalistas, de otro los secesionistas con la muletilla de su falso animalismo, una amalgama de siglas políticas de histórica contradicción ahora unidas bajo la bandera, insisto, de un animalismo de coyuntura y la violencia social como principal argumento. Los conservadores de Convergència, derecha rancia en manos de los antisistema. Su orgullo de clase encogido en el orto argentino. Esa es la radiografía política del momento. Lo vemos a diario, frente al parlamentarismo y la ley, el escrache y la desobediencia. Basura.

En estos momentos lo importante, lo importantísimo, es que con el pronunciamiento del TC hemos dejado de ser ilegales en Cataluña. Esa satisfacción no nos la quita ni Colau ni Tardà ni el bobo de Artur ni muchos menos Pujol que estaba en el inicio de la cuestión y de las pelas. Con la sentencia no se cierra el caso pero nos permite seguir avanzando en la recuperación de los toros y de los derechos. Un alivio. Sin la sentencia estaríamos atados de pies y manos, sin futuro, ahora esos tres folios del Constitucional nos permiten soñar, nos invitan a seguir luchando y sobre todo deben frenar a otros aventureros de fortuna. Ahora tenemos licencia para soñar.

En ese punto y antes de seguir adelante hay que agradecer y poner en valor el trabajo y la constancia de mucha gente que ha dedicado tiempo, esfuerzo y sapiencia a poner en pie el recurso, la Federación de Entidades Taurinas de Cataluña y personajes como Luis María Gibert al frente. Gracias. Una vez alcanzado, el éxito tiene muchos padres, pero hay que recordar que el empuje inicial y el laboreo lejos de los focos fue menos tumultuoso.

* Lluís Companys, Cabré, Chamaco, Las Arenas, la Monumental… Muestras de la arraigada tradición catalana en materia taurina. La que se empeñan en negar.

No está todo resuelto, insisto. Aunque se podría, no significa que mañana se vayan a dar toros en Barcelona, no, porque el sectarismo catalán así lo ha anunciado por activa y por pasiva, de forma chulesca y desafiante. “Haremos lo posible para que la sentencia no tenga efectos prácticos”, ha dicho Colau. ¡Desobedeceremos!, le han secundado otros. Se sabía, lo van a poner difícil. Y no digo imposible porque esa es la batalla que los amantes de la Tauromaquia y de las libertades tenemos que iniciar ya, y se va a necesitar mucha moral.

De la sentencia se ha dicho todo estos días. Y si alguna vez, pienso que con motivos, hemos puesto la mirada y la flecha de la responsabilidad en la inhibición de la casa Balañá, en el poco cuido que dedicó a la programación durante años, en su desatención; ahora hay que reconocerle el gesto, de gran mérito, de haber mantenido la Monumental en perfecto orden de revista, lista para dar toros mañana mismo si un presidente sacase un pañuelo blanco como símbolo de una paz y cultura que algunos niegan. De no haber sido así, sin plaza, la sentencia del TC hubiese sido menos eficaz o directamente ineficaz. Si además se confirman los rumores que dan por segura la decisión del patriarca de los Balañá de volver a dar toros, al menos una corrida, habrá que convenir que don Pedro ha acabado siendo leal a un arte que fue el tren social y económico que trajo a su familia hasta donde ha llegado.

Ahora toca aunar esfuerzos, orillar protagonismos, sumar medios y ponerse a trabajar para dar el siguiente paso que tiene todos los visos de ser la batalla definitiva. No queremos ni debemos ir con la cabra de la legión como llegó a decir desafiante el parlamentario Tardà, pero sí hay que acudir con todas las fuerzas y las armas jurídicas y sociales para hacer inviable el propósito de Colau&Cia. Y si luego la sociedad catalana no quisiese alimentar los toros con su presencia, que desaparezcan por inanición, pero nunca porque los secesionistas hayan impuesto la fuerza de sus legiones populistas y sus cabras mentales. Una muerte natural, si no hay solución, sí; un asesinato, no.

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