La Revolera

Con Miguel Armillita en el recuerdo

Paco Mora
domingo 11 de diciembre de 2016

Con Manolo Espinosa “Armillita” ha muerto un torero de dinastía. La de los Armillita y la de los Silveti son las dos sagas toreras más antiguas y prolíficas de México. El primero de la familia con categoría de “primus inter pares” fue Armillita Chico.

Con Manolo Espinosa “Armillita” ha muerto un torero de dinastía. La de los Armillita y la de los Silveti son las dos sagas toreras más antiguas y prolíficas de México. El primero de la familia con categoría de “primus inter pares” fue Armillita Chico, alternó de igual a igual con todos los grandes de su prolongada vida profesional, y quizá su época de mayor brillo fue la de su competencia con Domingo Ortega, al que le disputó muchas tardes el cetro del poderío y la sapiencia en el arte de lidiar toros bravos. Dejó una gran huella en el toreo. Pasado el tiempo, su hijo Miguel recogió el testigo y durante más de veinte años mandó en el toreo mexicano y fue figura también en España. Vi torear por primera vez a Miguel Espinosa “Armillita” en Barcelona como novillero, adonde llegó acompañado por su padre, del que recuerdo que en el callejón de La Monumental me dijo que el mejor torero que él recordaba de sus tiempos de torero en activo fue el malogrado santanderino-valenciano Félix Rodríguez.

Coincidí con Miguel en Madrid, hospedados ambos en el Hotel Alcalá (a la sazón yo dirigía Interviú) e hicimos una buena amistad, pues como ser humano era un buen tipo, simpático, alegre y bromista y le acompañé a varias corridas de toros de cuyos carteles formaba parte. Como torero le vi tratar a un encierro de Miura como si fueran los toros más nobles, fáciles y colaboradores, sin darle importancia a la divisa y haciéndoles el toreo templado y de manos bajas que le había dado la vitola del torero más artista que vino de México por aquellos días. Fue en Linares. Pero donde disfruté de una de las más importantes series de naturales que recuerdo, fue en Las Ventas en el festival en homenaje a Julio Robles. El hijo del gran Armillita es uno de los toreros que ha manejado la izquierda con más enjundia.

Miguel siempre hablaba de su madre a la que adoraba, y recuerdo su alegría cundo me dijo que la finca en la que vivía, que había tenido que rescatar de algunos problemas económicos que le sobrevinieron a la desaparición del padre, ya era absolutamente de ella sin gravamen alguno. Esa era su meta principal hasta que consiguió superarla. También tenía siempre palabras de cariño y respeto para sus hermanos, y ¡cómo no! para el recién fallecido Manolo, del que decía que era un magnífico torero. Desde aquí quisiera enviarle a Miguel Espinosa “Armillita” mis más sentidas condolencias por el fallecimiento de su hermano. Ojalá te llegue hasta Aguascalientes la sinceridad de mi pesar, querido amigo. Torerazo.

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