La página de Manolo Molés

El oficio de informar

Manolo Molés
domingo 18 de diciembre de 2016

Ni pacto ni hablo. Y así sobre la marcha lidiamos la entrevista. Lo mismo que el torero ni habla ni pacta nada, antes de que salga del chiquero, con el toro. Periodismo sin aditivos. Y eso lo hago siempre en beneficio de la naturalidad, de la espontaneidad y de la libertad.

Yo tengo un sistema para hacer periodismo que utilizo desde siempre, y con el que me siento cómodo. Busco a los personajes que son actualidad y les llaman desde producción y coordinación del programa para invitarles a entrar porque entiendo que son de interés. Pero nunca hablo con ellos antes del directo, nunca tampoco pacto líneas blancas o rojas para la entrevista. Y eso lo hago siempre en beneficio de la naturalidad, de la espontaneidad y de la libertad del periodismo. Ni pacto ni hablo. Y así sobre la marcha lidiamos la entrevista. Lo mismo que el torero ni habla ni pacta nada, antes de que salga del chiquero, con el toro. Periodismo sin aditivos.

Y cuento esto porque a lo mejor se sintió molesto Carlos Núñez, Presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia. Y como es de los pocos que quiere saber antes de hablar de qué van las preguntas, con toda seguridad pienso que es para prepararlas mejor o tener datos a la vista. Pues resulta que estaba claro que hablaríamos de ese buen trabajo que supone la detención de los canallas que desearon la muerte al pequeño Adrián; y también la respuesta ajustada a un político catalán que mintió en las cifras que la Fiesta recibe de la Administración. Pero esa noche apareció el tema urgente de Vitoria. Llamo a esa ciudad donde tengo tantos amigos y todos acaban igual sus palabras: “Manolo, si no vienen empresarios y toreros a salvar la plaza, esto se hunde y se cierra ya”. Y como yo tenía caliente el tema, y como no puedo llamar a veinte empresarios y veinte toreros, pensé, y creo que hice bien periodísticamente, que Carlos Núñez, al frente de unas de las pocas realidades de defensa de la Fiesta que tenemos, también estaría implicado en el tema de Vitoria. Por razones obvias. Y encima Benlloch añadió con certeza otra: y es que en la Fundación están y abonan varios empresarios. Por tanto, hay conexión. Porque encima esos empresarios llevan a casi todas las figuras del toreo. Por tanto, el tiro no iba lejos. Y Carlos lo entendió como una “agresión” personal o al colectivo. Nada más lejos. Pero lo triste es que ante esa soledad de que nadie de los taurinos quiere evitar la muerte de la Vitoria taurina, era y es lógico que en uno de los pocos acuerdos de la gente del toro pasara por el rescate de una feria emblemática como la de La Blanca, uno de los tres vértices taurinos del País Vasco con Bilbao, que es el que más aguanta, y con ese San Sebastián que muere (o mejor, la fusilan los políticos) y revive y no sabemos hasta cuándo vamos a compatibilizar bodas con entierros.

NO PERDERÉ LA LIBERTAD Y LA ÉTICA DE MI PROFESIÓN

En fin. Ahora entenderán porque no pacto ni me obligo a nada y menos aún a no preguntar lo que es actualidad o fundamental. Y a lo peor pierdo a un amigo. Espero que no. Pero es mucho peor perder la libertad y la ética de una profesión a la que llevo amando la tira de tiempo. Y el que queda. Abrazo a Carlos si me lo permite. Y si no, qué le vamos a hacer. Es verdad que la Fundación acaba de rematar dos logros importantes; pero esa noche yo veía cómo los políticos cerraban otra plaza. Y ahí me salté todas las vallas. Este oficio es así de cabrón y maravilloso.

Me alegro de que Carlos Corno (en realidad Carlo por su origen italiano) haya caído tan bien a la audiencia. Es un gran aficionado, un gran tipo y una persona muy normal y con una afición y una sinceridad que impactan por su sencillez, naturalidad y limpieza. Está feliz porque la gente del Perú ha vuelto a Acho con la aportación tremenda de Andrés Roca Rey y el orgullo de una tierra. Pero Carlo, que me enseñó una Lima limpísima, cambiada y torera, valoró la corrida de Matilla, la mejor del ciclo, y destacó al toro quinto como ideal para esa feria. Y destacó la docilidad de los juampedros pero también su miniatura en la presentación. Lima vale la pena y la afición es impresionante en su pasión y alegría. Sí: muy sevillana. Y dice Carlo que ahora que tienen a Roca Rey hay que completar el futuro con dos cosas clave que se resumen en una sola frase: “Bajar los precios y subir el trapío del toro”. Y Lima sería perfecta.

NI EN VITORIA NI EN BOGOTÁ ESTÁN LOS QUE TENÍAN QUE ESTAR

Volviendo a Vitoria, vamos a ver qué pasa. Escribo horas antes del cierre que era el pasado miércoles. Mi amigo, el gran vitoriano Txemi Corres, apuntaba a una unión de varios taurinos para salvar la plaza antes de que le pongan los grilletes de la sentencia de muerte. Cinco días después no se lo qué habrá pasado. Pero lo que sí está claro es algo que está oscuro: porque ni Vitoria ni siquiera en Bogotá están todos los que tenían que estar. En grupo y sin excusas. ¿Quién dijo aquello de que el enemigo duerme en casa? Pues eso.

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