Ahora que va a reaparecer por el socorrido “un día”, Pepe Luis Vázquez Silva, en Illescas junto a Morante y Manzanares, recuerdo su debut como novillero en Las Arenas de Barcelona. Era diferente. Había salido al padre, que navegaba como nadie entre el cero y el infinito.
Creo que fue en el año 1979 (nunca tiro de archivo), al día siguiente de que Pepito “Camará” presentara al hijo del gran Pepe Luis a la prensa especializada de la capital de Cataluña, en un almuerzo celebrado en “El Canario de La Garriga”, frente al Hotel Ritz. Creo que fui el único periodista que no se dedicaba a la crónica taurina sino a la política, a la entrevista y al reportaje que asistió al condumio. Ello se debía a que entre el hijo del Camará apoderado de Manolete y quien esto firma, había una amistad cordialísima desde que este apoderaba a Pedrés y coincidíamos muy a menudo, amistad que duro hasta el último día de su vida. Por aquellas calendas yo trabajaba en El Diario de Barcelona, el periódico más antiguo del continente europeo, fundado cuando la Agencia Reuter distribuía las crónicas con palomas mensajeras.
El nuevo Pepe Luis era un crio rubicundo, como su padre, pecosillo y simpático, al que los fastos periodísticos en que lo quería introducir Pepito Flores “Camará” se notaba que le daban más miedo que los novillos que tenía que lidiar al día siguiente. Por aquel entonces, yo hacía un recuadro diario a dos columnas, en la tercera página del periódico arriba referido, con una entrevista, ilustrada con una caricatura, de un personaje de los que recalaban en Barcelona. Le hice una al jovencísimo torero, al que recuerdo que había que sacarle las palabras con sacacorchos. Era tímido de carácter pero irradiaba simpatía y bonhomía.
Saldó su debut en la capital catalana con una bronca en el primer novillo y una oreja del segundo. Era diferente. Había salido al padre, que navegaba como nadie entre el cero y el infinito. Y como él, también le pegaba unos pellizcos a la sevillanía torera que temblaba el misterio. Ahora, intentaré ir a verlo al lado de esos dos monstruos con los que lo ha anunciado Maximino.
