El palco

Antonio Puerta, otra vez fuera de su tierra

Rafael Comino Delgado
sábado 28 de enero de 2017

Acabo de leer el cartel del clásico festival contra el cáncer que este año se celebrará el próximo 2 de abril en Murcia y veo, con enorme sorpresa, que no está el matador Antonio Puerta, en estos momentos uno de los toreros con más halagüeño porvenir.

Es un toreo de corte clásico, con afición ilimitada y entrega total, que vive solo para el toreo, que ha sufrido muy serios percances y sin embargo sigue luchando por abrirse camino, como tantos otros, pero veo que en su tierra le ponen todos los obstáculos habidos y por haber. En la pasada feria le dejaron fuera, habiendo sido el triunfador de 2015; pero por las cosas del destino, posteriormente entró sustituyendo a Roca Rey, en un cartel con Ponce y El Juli, obtenido un triunfo rotundo, contundente, tres orejas.

Puerta es un hombre que siempre, absolutamente siempre que se viste de torero triunfa (que repasen su trayectoria), porque se juega la vida sin trampa ni cartón y como además une a ello su gran calidad y su privilegiada cabeza, el triunfo inexorablemente llega.

Me consta que sus paisanos, que los aficionados de Murcia, tienen puestas en él muchas esperanzas, porque conocen su enorme potencial torero, sus posibilidades; siempre tienen deseos de verle en su plaza, pero una mano negra trata de impedirlo una y otra vez.

No obstante estoy seguro de que esa mano negra, por grande y negra que sea, no va a poder impedir que Antonio llegue a figura del toreo, dadas sus cualidades, a poco que le den oportunidades.

Entiendo que ha de ser muy duro soportar estas injusticias, y al mismo tiempo seguir entrenando como si tuviera firmadas 80 corridas (que es lo que hace Puerta).

Yo no soy quien para aconsejar a nadie, pero le diría que jamás se aburra, que siga adelante, porque llegará el día en que esas 80 corridas las tenga firmadas de verdad, sin duda, pues es muy buen torero y tiene capacidad para soportar todo lo que haya de soportar. Que jamás se rinda solo porque algún desalmado le ponga zancadillas.

Quien trata de cortarle el paso, un día, no muy lejano, le dará palmaditas en la espalda y le rendirá pleitesía.

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