La Revolera

Ha muerto Elena Francis

Paco Mora
domingo 12 de febrero de 2017

Soto Viñolo llevó muy mal el renacimiento de la epidemia separatista en Cataluña y perdió gran parte de su jovialidad. Era un hombre bueno y no entendía el amor que se basa en el odio a la ajeno.

Ha muerto Juan Soto Viñolo, seguramente el último que quedaba de la estirpe de los grandes guionistas que le dieron lustre y categoría a muchos años de radio española. Fue sobre todo un hombre de radio, y sus guiones eran garantía de éxito en las Ondas Hertzianas. Su Elena Francis, consultorio femenino de calidad, fue el primero y el más importante de su género y puso de moda ese tipo de programas en todas las emisoras. Lo que ocurre es que no había más que un Juan Soto Viñolo, y esos espacios radiofónicos, para que no quedaran infumables, necesitaban un guion serio, culto y capaz de llegar a las almas de las oyentes. Y eso, que me perdonen todos los que machacaron el género, solo lo sabía hacer con solvencia y acierto Soto. Como solventes fueron sus varios libros sobre las cosas y los hombres del toreo, y los artículos que firmó en esta publicación.

Con la llegada de la FM comenzaron a hacerse prescindibles los guionistas, y la radio se convirtió en ruido en su mayor parte. No siempre lo nuevo es lo mejor, y la falta de escritores dedicados a escribir para las ondas lo ha acusado mucho la radio. Coincidí con Juan durante los años que dirigí los Servicios Informativos de Radio España de Barcelona e hicimos una buena amistad. Claro que no ser amigo de Soto Viñolo era muy difícil, porque aquel hombre, con vocecita atiplaza de niña traviesa y corazón de gigante, era pan candeal. Sus escritos fueron para la radio lo que fue la voz de mi paisano Constantino Romero (QPD), y la falta de ambos se notó mucho cuando las empresas radiofónicas optaron por el zimborrio y dieron de lado a la palabra.

Soto Viñolo llevó muy mal el renacimiento de la epidemia separatista en Cataluña y perdió gran parte de su jovialidad, viviendo sus últimos años en un acusado exilio interior. Era un hombre bueno y no entendía el amor que se basa en el odio a la ajeno. Descansa en paz, amigo.

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