Montoliu vive, Valencia sonríe

Se cumplen 25 años de una fatídica tarde de feria en Sevilla. La plétora de la alegría convertida en luto
José Luis Benlloch
domingo 19 de febrero de 2017

La aparición de los carteles de Fallas con la figura de Manuel Montoliu como soporte ha impactado. Por el propio Manuel, que siempre fue un personaje con gancho, y por lo que conmemora: veinticinco años de una fatídica tarde de feria en Sevilla. La plétora de la alegría convertida en luto. El impacto de aquella cornada fue tal que cualquier aficionado te puede contar dónde estaba y qué estaba haciendo en aquel momento. Son imágenes todavía frescas, la gallardía con la que Manuel citó al destino, lo certero que fue el toro de Atanasio, la última mirada de Manuel, el luto que inundó la feria, la entereza de su padre aceptando el destino -cincuenta años sintiendo que la muerte siempre anda merodeando la vida de los toreros hasta que un día… le habían preparado para tragos así-, el cómo se volcó Valencia y el mundo con Manuel, el festival, aquellos niños de ojos muy abiertos que allí mismo decidieron que serían toreros, toreros como su padre en lo que suponía un juramento de lealtad…

– Fue más que un torero, más que un banderillero de ferias, fue un personaje imbricado en la sociedad. En realidad era una estrella. Su espíritu abierto, su perfil artístico, su alegría, sus picardías de torero bohemio, también su valencianía universal, su calidez, su sentido del liderazgo…

– Siempre hablamos de su par, el punto y seguido del par de Honrubia, pero tan importante o más fue su colocación, su estar sin estar como decía Duyos de Blanquet, de ahí su empeño en alcanzar a lidiar un toro sin darle un solo capotazo, con la voz, con un gesto, con el aleteo suave de su capote

Desde ese día al Blanquet de Joselito, al Morenito de Belmonte, al Alfredo David de Manolete y Dominguín, al Alpargatero de Ortega, al Honrubia de… de él mismo, hay que añadir al Montoliu de El Soro, de Ojeda, de Antoñete, de Víctor Mendes, de Litri… y finalmente de Manzanares, con Josemari se juntaron dos tormentas del toreo…

Verde mostaza y azabache, premonitorio el vestido. La plaza se hizo silencio. Silencio de procesión, silencio de gloria y llanto. El toro muy entero ¡maldita puya nueva!, Manuel muy obligado, aquella era su plaza, no quiso cuartear con ventaja. No hubiese sido él…

Dos trofeos había ganado en aquel ruedo y aquel que ganó ese día fue el tercero, el de la gloria definitiva. Veintincico años después le hemos visto anunciado en Fallas y nos hemos estremecido, su Valencia ha vuelto a sonreír

Después de aquella exhibición banderillera en Sevilla, Chenel se echó la muleta a la zurda para torear por naturales como no había toreado nadie en la feria y para que quedase claro quién era quién en la plaza: “Aquí el mejor banderillero; aquí, la mejor zurda del toreo, ¡ea!”. Lo dijo entre dientes o a lo mejor ni lo dijo, pero lo entendimos todos

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