Sorprende el mensaje y la entidad con la que se expresa Ginés Marín. Los pies en el suelo. Seguro, auténtico, natural, con ese punto de austeridad e intimismo que cautiva desde lejos. A pesar de su juventud, sabe dónde se encuentra y hacia dónde transita. Ha pegado en Olivenza un zarpazo que quiere refrendar en Valencia. Para poner las cartas sobre la mesa y para demostrarse a sí mismo y a la profesión que tiene muchas cosas que aportar al toreo. Habla con sosiego y se inmiscuye por voluntad propia en una conversación donde expone sin tapujos los matices que fluyen por su mente y por su instinto. Madrid también se otea ya en el horizonte. Ha llegado la hora. Estamos ante el momento Ginés.
– “La madurez la estoy sintiendo por dentro. En la plaza me veo muy seguro y muy capaz, cada vez más suelto y resolviendo mejor”
– “Miedo al fracaso, miedo al toro, miedo a uno mismo… Sin miedo sería imposible ser torero. Tengo miedo a no llegar a ser figura del toreo, miedo a que me tropiece un toro. El miedo es algo muy duro pero necesario”
– “Prefiero no mirar a los lados y confiar en que mi concepto y la fidelidad a mí mismo es el buen camino. Y el que me reportará las satisfacciones personales y artísticas que busco”
– “Todos los toreros quieren sentirse medidos, observados y analizados. Cuando uno está parado en su casa, se echa de menos esa presión”
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