La revolera

El sol del Perú ilumina Sevilla

Paco Mora
viernes 05 de mayo de 2017

Y el joven Roca se convirtió en Rey de Sevilla por arte de birlibirloque, al rebufo de una claridad de ideas y una entrega que arrebató a un público que presenció enardecido y en pie su gran faena. Triunfo grande.

Salió el tercero de la tarde. Nada que ver con los dos esaboríos que tocaron en desgracia a Castella y Manzanares. Roca Rey dio su auténtica dimensión con un toro que comenzó queriéndose rajar y con el que el embrujo de la quietud, la decisión y la buena cabeza del peruano levantó una tarde que iba para sainete. Faena completa bien rematada con la espada, y las dos primeras orejas de un mismo toro de esta Feria de Abril fueron a parar a manos del diamante en bruto que se trajo José Antonio Campuzano del Perú, y que una vez tallado por el de Gines ha devenido en una figura del toreo que puede hacer historia.

Los olés sonaron como solo suenan en Sevilla cuando un torero da la talla en el ruedo de la Maestranza. Y el joven Roca se convirtió en Rey de Sevilla por arte de birlibirloque, al rebufo de una claridad de ideas y una entrega que arrebató a un público que presenció enardecido y en pie su gran faena. Triunfo grande. Con el sexto estuvo a punto de hacer lo mismo, pero el toro era un manso pregonao que no se acopló ni un instante al temple que intentó imponerle el torero, pues huía de él como gato que le cortan el rabo. Así y todo, tarde grande de Roca Rey. El sol del Perú encandiló a la Maestranza sevillana.

El cuarto fue el mejor toro de la tarde. Bravo, encastado e inagotable en sus embestidas, queriéndose comer la muleta por abajo, le permitió a Castella demostrar que está en un gran momento. Fue una faena medida y muy torera, en la que el francés exhibió una gran colocación y un temple extraordinario. Faena de dos orejas cantadas, pero, por esas cosas que pasan en el toreo, la estocada bien ejecutada y en buen sitio no hizo el efecto rápido deseado y como el verduguillo tampoco viajó con acierto, lo que pudo ser un triunfo grande quedó en una clamorosa vuelta al ruedo. El lote de Manzanares, manso violento y sin calidad en su comportamiento, no dejó al alicantino deleitar a un público que sigue siendo suyo porque tiene buena memoria y recuerda sus grandes tardes en el albero del Baratillo.

Los toros de Victoriano del Río siguen fuera de tipo, con exceso de peso la mayoría. Necesitan para volver a ser lo que fueron, que el ganadero se plantee recuperar el toro vareado con los kilos que corresponden a su esqueleto. Y debería probarlo, porque ahí hay bravura y casta, ahogadas a veces por el sebo.

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