La revolera

¡Qué sopor!

Paco Mora
miércoles 17 de mayo de 2017

A uno cada día le extraña menos que haya gente que se aburra y vaya desertando de los tendidos y acabe optando por el fútbol o por cualquier otro deporte, e incluso por el juego de la taba, las tres en raya o el chinchirrinete. La corrida de hoy en Las Ventas ha sido soporífera.

Cada día admiro más a los periodistas taurinos que han escrito de toros durante toda su vida profesional. Claro, admiro a los que han tratado de ser verídicos, justos y honestos, porque a los que ponían el cazo diciéndoles a los toreros en Barajas cuando iniciaban el vuelo para cruzar el Atlántico: “Bueno, ¿cómo quieres estar en América?”… A esos ni agua.

A uno cada día le extraña menos que haya gente que se aburra y vaya desertando de los tendidos y acabe optando por el fútbol o por cualquier otro deporte, e incluso por el juego de la taba, las tres en raya o el chinchirrinete. La corrida de hoy en Las Ventas ha sido soporífera. Como cantaba el gitano: “la culpa yo no la tengo/la tiene yo no sé quién/aquel que tenga la culpa mala puñalá le den”. Y el caso es que al éxito nos apuntamos todos, pero la culpa es tan negra que nadie la quiere. Vamos, que el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano. Por fas o por nefas, el público -menos que los días anteriores- se ha aburrido hoy hasta de gritar. Que eso, tratándose del público del foro ya es decir.

Buscando culpables de la tediosa tarde, hay que convenir en que los toreros no han sido, ya que Del Álamo, Fortes y Román han estado valientes, batalladores e incansables, tratando de sacar agua de seis pozos secos, algunos de los cuales al comienzo parecía que iban a manar bravura, casta y resistencia pero que acabaron todos con menos fuerza que una gaseosa destapada. Y eso que hoy se han lidiado toros de ilustre procedencia. Porque lo de Lagunajanda viene de Salvador Domecq Díez, hierro del que echaban mano todos los ganaderos para insuflarle casta a lo suyo cuando flojeaba. Pues miren ustedes por donde hasta lo que viene de tan acreditado tronco a los cinco minutos de estar en el ruedo es puro flan chino “el mandarín”. Y así, pases y más pases, bostezo tras bostezo y se apodera de uno la melancolía, y comienza a pensar en los goles de Messi o en llegar pronto a casa para ver en “telesotanas” como le arrean estopa al de la coleta y enterarse del último atraco del “clan Pujol”.

De todos modos, las empresas, los mentores de los toreros y buena parte del público saben dónde están los toros que no aburren al personal, otra cosa es que quieran que mueran con música o apuntillados en el anonimato de los mataderos para ser comercializados en filetes. Treinta tardes como las que llevamos en este comienzo de San Isidro 2007 pueden acabar con la paciencia hasta del aficionado más fiel y furibundo. Y que haya gente que no quiera ir a los toros ni cobrando.

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando