El movimiento antitaurino lo ha creado la misma Europa que auspició la Leyenda Negra contra España. Durante siglos los españoles fuimos para todo el mundo civilizado unos seres adustos, irascibles y peleones, cuyo deporte nacional era enfrentarnos unos a otros esgrimiendo la navaja cabritera.
Se nos presentaba al mundo como una nación de hijos bastardos de una nobleza de bragueta enloquecida, violadora de doncellas recién casadas, de curas que se echaban al monte trabuco al hombro, bandoleros que cabalgaban aterrorizando pueblos, campos y caminos, y toreros de rompe y rasga, héroes del pueblo, que se desafiaban a muerte unos a otros por la moza garrida de ojos negros y navaja en la liga, que les echaba el rojo clavel durante la corrida.
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