La muerte de Iván Fandiño ha significado un mazazo para cualquier aficionado que sienta la Fiesta de los Toros como algo más que un espectáculo en el que pasar un par de horas de diversión o entretenimiento. Quienes estamos poseídos por el virus de la afición al arte de Cúchares hasta el punto de que forma parte de nuestro ADN, sufrimos y gozamos de todas las cosas del toreo como propias.
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