La temporada hierve a borbotones. Ponce comenzó a calentarla en San Isidro, El Juli la puso al rojo vivo en el sur de Francia y en las primeras ferias del norte y le ha pegado fuego en El Puerto de Santa María. Manzanares en el taller de reparaciones y Morante en franca retirada, aquí quedan sólo dos gallos en pie de guerra. Uno con espolones, no vencido sino de vencer cansado, y el otro hirviéndole la sangre de pura torería, atronando el espacio con sus estentóreos kikirikís y levantando la cresta desafiante, que son el de Chiva y el de Velilla de San Antonio. Los demás a acompañar, con sus altos y bajos y sus jipíos puntuales, pero acompañando.
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