Diez meses después de un percance que pudo ser fatal, Manuel Escribano volvía a enfundarse el traje de luces en la Feria de Fallas. Una reaparición menos mediática que otras precedentes pero que lleva tras de sí una historia oculta de sacrificio y amor propio, de carácter y superación, que desemboca en Bilbao y su Aste Nagusia con un toro de Victorino Martín, donde se vio a un Escribano corregido y aumentado. – “Lo fundamental este año era encontrarme a mí mismo de nuevo; ser capaz de recuperarme de un percance tan grave”
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