Tarde horrorosa y terrorífica con la que han castigado a la afición madrileña seis alimañas de Moreno Silva, y un presidente que ha enfurecido a la parroquia -más de once mil espectadores- con su decisión unilateral, repleta de insensibilidad y desconocimiento de lo que debe ser un toro de lidia, sacando el pañuelo azul en uso de su libérrima voluntad y en contra de la de todos los concurrentes, para decretar la vuelta al ruedo de un energúmeno que no se ha empleado con el caballo, que ha tenido un pitón izquierdo más peligroso que Jack “El Destripador” y que si se ha podido lidiar con decoro ha sido gracias al buen oficio, valor y madurez de un heroico Octavio Chacón. Una vez más un “usía” se ha erigido en protagonista, a costa de desacreditar a sus compañeros que saben actuar con mesura, buen criterio y conocimiento del cometido para el que se les coloca en el palco.
Otro minuto de gloria para un “okupa” a costa de la bondad de un público que paga, y que cualquier día puede perder la paciencia y mantear a quien lo provoca. No sé cuál es su nombre, ni quiero saberlo. ¡Faltaría más, que uno se preocupara de conocer ese detalle para mayor gloria y brillo del infrascrito! Qué manera de desmerecer y ofender a un torero, Chacón, que ha dado ejemplo de suficiencia lidiadora y valor en una tarde que pudo ser trágica si no hubiera sido porque todos los ángeles del cielo revolotearon sobre Las Ventas del Espíritu Santo de Madrid durante toda la corrida.
Seis alimañas, como se ha dicho, escondidas detrás de la mata esperando un momento de descuido para tirarse a la yugular de Chacón, Esaú y Ritter, que podrían decir como el rey de Francia Francisco I tras su mayor desastre bélico: “Todo se ha perdido, menos el honor y la vida”. Con la diferencia de que el susodicho monarca era un piernas y ellos han sido tres héroes que han librado una batalla imposible de ganar frente a los Saltillos venidos a menos del citado Moreno Silva.
